Apenas Llegamos a casa, el amo me toma del brazo fuertemente y me obliga a subir las escaleras, al abrir la puerta de la habitación, me carga en brazos y me tira a la cama.
Tengo miedo de que me haga daño o peor a mi hijo, que es ahora lo más importante en mi vida. Se empieza a desvestir con una furia injustificada, de verdad que nunca podré entender a este hombre. Ya me tiene aquí encerrada, a su merced, ya le pertenezco.
— ¿Quieres sentir un hombre?, lo que quieres es estar de zorra por lo visto, así que te daré lo que quieres. — William me empieza a arrancar el vestido y la ropa interior, mientras yo solo puedo sollozar.
Empieza a besar y morder mi cuerpo, comienza por mi cuello, luego sigue su curso a mis senos, los cuales besa con brusquedad pero sin causarme dolor, chupa mis pezones provocando que se pongan erectos y apunten el techo, besa mi abdomen dejando pequeños mordiscos que hacen que mi cuerpo se retuerza de placer y mis bellos se erisen. Me agarra fuertemente de las nalgas y coloca su miembro viril que todavía está dentro del bóxer, pegado de mi entrepierna, haciéndome sentir toda su masculinidad.
Besa mis muslos, y acaricia con fuerza mi trasero, me voltea bruscamente, y me hace poner en cuatro patas, empieza a lamer, mordizquear y besar, mi zona intima provocándome convulsiones de placer, no sé en qué momento empecé a gemir como poseída pero por más que trato de callarme solo puedo apretar las sabanas fuertemente.
Se despega de mi vagina antes de que alcance el orgasmo, a lo que mi cuerpo se arquea buscando sentir su boca en mi cueva.
William ríe fuertemente y se coloca detrás de mí, empieza a acariciar mis nalgas y despacio coloca su miembro en mi entrada, me lo soba suavemente durante un pequeño rato, que para mí se vuelve una eternidad, cuando ya no aguanto más, volteo mi cara y lo encuentro mirándome a los ojos mientras se muerde los labios.
—Por favor, amo, no aguanto más — ruego con mi cara toda roja de vergüenza, a lo cual sonríe complacido y empieza a meterse suavemente en mí, provocando que pare aún más mi trasero, para ofrecerle más mi zona intima.
Sigue un curso de movimientos suaves y lentos, que me hacen tocar el cielo e instintivamente llevar una mano a mis senos, donde estrujo mis pezones, mientras gimo su nombre una y otra vez.
Seguimos así un buen rato hasta que alcanzo mi primer orgasmo, William me deja descansar un poco, para luego ponerme boca arriba y subirse encima de mí, besa mis labios hinchados con delicadeza y acaricia mis senos con dulzura.
Vuelve a entrar dentro de mí, pero esta vez con movimientos más rápidos, comienza un va y ven delicioso aunque un poco brusco, rato después el también alcanza un orgasmo, mientras yo tengo el segundo de la noche.
Sin poder evitarlo empiezo a quedarme dormida, mientras mi amo me acaricia el cabello y la espalda, antes de caer en un sueño profundo siento un beso en mi frente y una sonrisa se dibuja en mis labios, si tan solo siempre las cosas fuesen así.
Despierto por la fuerte luz del sol y me levanto algo aturdida, entro al baño, donde descubro unas cuantas marcas en mi cuello y mi cabello vuelto un disturbio.
Me doy una ducha de agua fría, hace bastante calor y me lavo el cabello, salgo del baño completamente desnuda, luego de secarme el cuerpo y ponerme crema suavizante.
Encuentro a mi amo sentado en una esquina de la cama, la cual esta desordenada por lo ocurrido la noche anterior, me quedo paralizada en el umbral de la puerta del baño, a lo que William se para y se acerca a donde me encuentro, cuando llega frente a mí, coloca una de sus manos en mis nalgas y las acaricia suavemente, con la otra mano alza mi cara, la cual está completamente roja y me besa los labios suavemente.
Se separa y agrega — vístete, saldremos luego de comer, te llevaré a casa de mis padres, hoy le diré que estas embarazada, y sobre lo de anoche, no quiero que vuelvas a hablar con ningún hombre y menos con Louis.
Muerde mi labio inferior.—Eres mía, Madi recuérdalo o tendré la misión de recodartelo yo.
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Te Pertenezco (Editando)
RomanceMadison Smells y Madelaine Gruh tienen en común dos maldita cosa, ambas son pelirrojas y ambas son el capricho de un hombre roto y perdido. ¿Qué final puede tener una niña que fue abandonada a sus 3 años en un orfanato, con tan solo un peluche de f...