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Salgo de la ducha realmente agotado esta semana ha sido de las peores de mi vida, desde el accidente donde mi ex mujer perdió la vida no me había sentido tan abrumado, pero, ahora a menos tenía una razón para ser feliz.

Me visto lo más rápido que puedo para volar a la habitación de al lado. Entro sigilosamente y una sonrisa se dibuja en mi cara, camino despacio y me acerco a la cuna donde descansa la pequeña Marlene o Marly como la suelo llamar cariñosamente.

Vigilo sus sueños unos minutos, y como si supiera que estoy ahí empieza a llorar en busca de mí calor.

—Ya mi amor no llores — susurro meciendo su pequeño cuerpo con delicadeza. Como si mis palabras fueran el antídoto a su mal, la pequeña Marly deja de llorar.

Bajo las escaleras con mi hija en brazos, es tan parecida a mí. Tenemos el mismo cabello castaño, aunque sus ojitos son verdes como su madre. Pienso en Madison y un nudo aprieta mi garganta.
Suspiro y me siento en el sofá color blanco que esta sentada Molly.

—Buen día papá — saluda la pelirroja con cariño, ignorando la presencia de la recién nacida.
Suspiro mientras evalúo la situación. Molly no comprende que pese a que ahora tengo a Marly ella también es la niña de mis ojos. Es tan difícil lidiar con una pre-adolescente.

—Buen día hija — susurro para no molestar a la pequeña. Cristina dice que desde su nacimiento he estado muy ñoño. Lo que no entiende es que luego de lo que paso con Madison y la casi perdida de mi hija, siento que debo protegerla contra todo. No soportaría perderla. No se si podría superar otra muerte y menos causada por mi imprudencia.

Desayuno con paciencia, mirando a la pequeña revoltosa entrar sus pequeños dedos en su boquita para chuparlos y llenarlos de baba.

— Hola a todos llegó por quién lloraban — saluda Andrea con una sonrisa — mi pequeña Marly — dice con una voz suave mientras besa los cachetes regordetes y la pequeña nariz de mi hija — tu papi es un aburrido, se que extrañas mucho a la tía — la escucho hablarle mientras se alejan hacía el segundo piso. — también se que extrañas a tu mami mi amor.

Cuando escucho su ultima frase la culpa invade mi cuerpo, me siento una escoria y no puedo evitar revivir aquel suceso de hace 2 meses atrás, donde por suerte pudo nacer mi bebe aunque con los 7 meses de embarazada que tenia Madison fue realmente una lucha dura, y más pese a la condición de salud en la que quedó.

Recuerdo la última vez que mire sus ojos verdes llenos de felicidad, la primera vez que le hice el amor, los últimos meses antes de que todo pasará. Como me esperaba desnuda sobre la cama porqué no podía dormir sin sexo oral, sus pucheros cuando olvidaba traer helado de chocolate, sus ojitos cada vez que hablaba de Marly y el miedo que tenia de que algo le sucediese. Todas estas imágenes pasan por mi mente y como el primer día siento mi corazón estrujarse y mis lágrimas mojar mi cara, y ahí me doy cuenta que la amo, joder la amo, pero, no puedo perdonarle que hiciera eso con Molly.

Te Pertenezco (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora