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Miro el ramo de rosas tirado en la orilla de la cama y un nudo se forma en  mi garganta. Esa pelirroja me está volviendo loco, no sé, ya que  hacer para ganarme un poco de su cariño.
Se que he sido un maldito, pero desde aquel incidente  donde casi  la pierdo para siempre, he tratado de ser la mejor versión  de mí. A veces es  difícil pero no quiero dañar a mí hija y sé que ella necesita  a sus padres juntos, no quiero crezca  aferrada a cosas materiales que llenen  la falta de su madre como lo ha hecho  Molly.

¿A caso no tengo derecho a arrepentirme?

¿Es que cuesta tanto creer que he cambiado por la felicidad  de mi hija?

¿Será  que soy el hombre  más malo del mundo por haber cometido errores?

Recojo el ramo con sutileza y me parece inefable lo que siento en ese puto momento. Hacia años  no le daba a nadie  el poder de lastimarme, hacía años no amaba como lo hago ahora.

Salgo de la habitación, camino despacio  y cuando  estoy frente a la puerta roja llena de estrellas una sonrisa nace en mis labios.

—¿Donde está la niña de papá? —veo su carita asomarse por la manta y sus ojitos buscarme.

— ¡papá! — abro mis brazos y bajo a su altura, esperando su llegada. —Te amo papi — esas palabras  logran derrumbarme por completo.

—Yo más  mi pequeña flor. — hablo suavemente depositando un beso en su cabello despeinado.

Siento sus bracitos aferrados a mí cuello, y por segunda vez vuelvo a confirmar, no hay felicidad más  grande  que tener una hija.

Madison

Acaricio mi panza con serenidad, y una lágrima se deja caer por mi mejilla. No sé si soy la peor  madre del mundo, sólo quiero vivir y ser libre.

—Te quiero bebé, pero no puedo querer a tú  padre, lo odio con el alma, cada día  soy más consciente del daño que me causo en el pasado. No puedo seguir viviendo esta vida. No puedo seguir envuelta en una travesía que nunca termina. Merezco volver a empezar con o sin ustedes. No me juzgues cariño. Me dolerá mucho no verlos crecer pero ahora me toca elegir y se que estarán  bien con William. Lo sé bebé. Perdóname algún día.

Lloro a mares, ya no aguanto más. En unos meses dejaré mi alma volar. Sólo esperaré a que el bebé nazca, no tiene la culpa de la mamá cobarde que le tocó.

¿A caso no tengo en mis manos  la llave de mi libertad?

¿seré una mala madre al dejarlos  con su padre?

¿Algún día  me podrán perdonar?

Limpio mis lágrimas  y vuelvo  a sumergirme en la lectura, mi único escapé. ¿Quien lo diría?

Veo a Hami entrar y acostarse delante de mis pies. Es una perrita sumamente hermosa, se que ayudará a William a cuidar de mis hijos, confío en ella. Recuerdo  que  nadie la quería mucho por ser mestiza. Pero ¿Qué humano es raza pura? Aquí todos estamos mezclados, toda persona lleva un pedazo de otra sin ser de la misma etnia, religión o la división más estúpida la raza.

La miro mover su cola y le acaricio la cabeza.

—Cuida a mis hijos, se que a veces no son los  mejores dueños, que Marly te molesta mucho.  Pero, no dudes que te aman. Incluso mi bebe que aún  no ha nacido.

Suspiro con melancolía mirando mi alrededor, ya he tomado una desicion. Nada hará que cambie de opinión.

Te Pertenezco (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora