Las infinitas caras de la moneda

60 13 0
                                    

Tristes... Desconsolados.

Anhelan no más sino amor, amor negado, retenido por errores de la noche consiente.
Sublimes lámparas, iluminan el mar de cuitas.
Perseverantes luceros de censura, persianas entrecerradas escupiendo luz.
Me desnuda al abrir sus ventanas,
me deja sentir su alma, desdichada, carente de caricias, un alma perdida...
Perdida en el reflejo sin fin, mientras posa en el espejo brillante de carne y hueso.
Devaneos casi inexistentes aunque perceptibles llevan a la causalidad de ambigüedad en el sentir mismo.
Controlados impulsos de idiotez humana, me abruman.
Me hacen recordar, que es una de las pocas cosas infinitas que poseo.
Danzantes las palabras coherentes que pronuncia, simple plagio de mi psiquis.
Embelesa el tiempo, domina mis sentidos sucumbiendo cuál Titánic ante la melodía de su acendrada y ponzoñosa circunvisión.
que hay más, mucho más, más de lo que quizá aquél demonio del cielo sabe que posee.
Fugaces son las miradas que reflejan algo siquiera.
Hegemonía siniestra, su voz, impartiendo dulce veneno no mortal.
¿Podré seguir con esto?
Aún sin saber qué es «esto»...
Escuela sin sentido con enseñanzas de muerte y suerte.
Aclamada, sobrevalorada, estigmatizada.
Admiro a la lejanía su desesperado deseo de huida, no del mundo, sino de su propia carne, de su mismo ser.
Cuerpo, alma y espíritu encabezando una esencia veraz.
Fuente de carácter, entrañable, impoluta.
En la acepción del cuerpo, se ve rodeada por barreras, murallas, templos gigantescos que ciegan su vista, hermosa vista en .
Acongojada por la nieve negra, por los perros de caza en su búsqueda, por los juicios del magistrado los cuales odia desde el fondo de su derretido y rojo corazón.
Acogida en brazos, brazos suaves, y sin que lo sepa, brazos inquebrantables.

Malditos adefesios fariseos, no habría más sino darles muerte.

Calamidades del tiempo cubren el tropezar del mismo.

Y éste presente, agasajo de mi; para ti, no dio marcha atrás. Se dijo exacto lo que se debía expresar, quisquillosa la musa. Ansiosa, con aroma a sentimiento.

El muerto Enmanuel.

Detrás Del Ébano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora