Lo que no se ve.

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Rosas de aroma a sensación, huesos forrados de piel, era lo único que veía al enternecer mi ser, sujetándome a eso que ya se fue.

Por debajo de la mesa paseaban los zarpazos, destellos de luz en el reojo de su rostro, cual coyote sin suerte era mi caída y cedía, al atardecer de dulce sabor, en aquél día de ácido color, al tacto de fuego vivo al que era indigno, ensimismado con retardos, admiré, monumento de diamante ardiente, golpeando fuerte los recuerdos en mi mente.

Detrás Del Ébano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora