Pesadillas del poeta

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La mirada penetrante que logro percibir desde la oscuridad y el silencio. Aquellas que carcomen las entrañas cuando logras sentir una presencia.

En las palabras susurrantes de la noche y la brisa, en la soledad del abismo sin luna. En las miradas recalcitrantes del carnero humanoide que admiro reflejadas en los rostros de los traicionados, los veo derrotados.

Y pude discernir que se trata de un sueño, cuando siquiera el moverme no era una opción. Paralizado en la conciencia del subconsciente, mientras rasgando de mí salen los hijos del Purgatorio.

Persistentes, en su cacería los súcubos de la muerte arrastraban las cadenas, ahora escarlatas, hacia mi persona. Y lanzaron su ira contra mi carne. Haciendo sufrir al inocente con ansias de desaparecer, no existir más.

Cuando a lo lejos me observa la criatura. De bata blanca y poca estatura. Sin ojos. Sin boca. Sin nariz. Sin rostro.

Deambulando entre los mortales, escuchando a los del tártaro gritar. El dolor inseparable del cuerpo se arraiga cual enredadera endemoniada. Sufro, desintegrando la alegría, alegría que ahora se ve lejana.

Detrás Del Ébano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora