Despedida

5 0 0
                                    

Me voy, donde los rostros no tienen nombre, y éstos son solo eso, detesto apartarme luego de tanta búsqueda, pasadas cruzadas la copa de Dulcinea a mis ojos es como el agua le es a la vida, irrefutable. Desde acá admiro tu boca, aquélla que vuestra merced sabe usar y mi presencia ha de delinear como ventana empañada por la lluvia, no tenga cuidado donde han de posarse mis huellas si mis ojos la advierten a usted. ¿Y qué si las montañas y los mares y las grandes sabanas del oriente no me bastan? Socavando cual minero con fiebre de oro las ganas de «nuestro» y esta sed de «juntos», explorador en tierra propia.  

Detrás Del Ébano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora