Me voy, donde los rostros no tienen nombre, y éstos son solo eso, detesto apartarme luego de tanta búsqueda, pasadas cruzadas la copa de Dulcinea a mis ojos es como el agua le es a la vida, irrefutable. Desde acá admiro tu boca, aquélla que vuestra merced sabe usar y mi presencia ha de delinear como ventana empañada por la lluvia, no tenga cuidado donde han de posarse mis huellas si mis ojos la advierten a usted. ¿Y qué si las montañas y los mares y las grandes sabanas del oriente no me bastan? Socavando cual minero con fiebre de oro las ganas de «nuestro» y esta sed de «juntos», explorador en tierra propia.
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Detrás Del Ébano ©
PoetryEl mundo suele ser confuso cuando va en tu búsqueda, las hegemonías simples son las que golpean hasta dejarme sin aliento. Las mandó el viento, triste realidad de aquellos lamentos. Detrás del ébano es el tercer poemario que escribo. Éste es el refl...