Cuando el dolor sonría

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En la mañana te veré.

Te admiraré.

Recordaré esos besos por todo mi ser, en las nubes me llamaban pero no contesté, pensé, que el paraíso de dónde me buscaban, no podía ser más hermoso que al dónde mis besos regué, y añoré estar en paz, en libertad, oler tu aroma sin parar, sin detenerme, no puedo hacer más que quererte, tenerte, y seguro, hasta la muerte.
No mi muerte, sino la de los sentidos atrapado por tu libido, exhibido con sigilo quién siguió el camino, del destino derretido en el zumbido que me deseaba, en la oscuridad reclamas y clamas aún cuando estabas exhausta.

No queda nada que hacer...

Sólo beber de los dulces y amargos reflejos del ayer, enternecer ante los besos del pasado cruel, entre el hambre o la sed que me hacen retroceder, entonces, perder mi sendero a orillas del riachuelo, haciendo cosas que no queremos, dejando llorar al crisantemo, los canarios ya no cantan, parlanchines de la batalla, sangran. Por una herida de «palabra», y duele más un sentimiento, el zarpazo del recuerdo, el disparar del olvido que no quiso ser más que suaves palabras en tu oído, desintegrando lo que habías amado, recuerdos sobrevalorados, que aunque no fuesen de importancia para ti; yo, como tesoro lo hundí, en la arena cual pirata, guardando mi tesoro de los canallas.

Disimulada eran las miradas, de goce y roces, besos y retoques, gemidos y jadeos en la noche, del riachuelo entre sabanas con perfume a ansias, los canarios cantaban, ante tal batalla, el chocar de dos bestias que se aman en una cama, rencor, amor, pasión, era lo que al aire perfumaba, era lo que impregnaba aquellas sabanas, testigos del desierto. Y las palabras llueven cual granizo en la tormenta que se mueve a tu voluntad, hiriendo de muerte sólo a quienes quieres matar, tus palabras, armas de doble filo, con cada una de ellas te dañas mientras me lastimas, ¡Calla ya! No sigas, que estoy lastimado, herida tras herida.

Y el corazón no pudo más, no quiso aguantar las palabras de Barrabas, asesinas perfectas que aunque no te toquen las heridas quedan.

Dedicado a todos los que han sufrido un dolor inexplicable, a veces fugaz, a veces interminable.

El muerto Enmanuel

Detrás Del Ébano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora