Curiosa la niebla, corría a ver al hombre llorar.
Sollozar en paz a las orillas del rebosante y espumoso mar.
Él, dueño del dolor, del amor. La perdición.
Y el alma le clamaba. Pero él no la escuchaba, ella le decía «huye de aquí» más como todo enamorado él prevaleció.
Sabia era el alma flamante de la playa, ella sabía del dolor que se precipitaba.
Y aquel individuo saltó, no vio atrás.
Chapoteó. Luchó, eso no se le debe negar, pero el alma sabia sabía que el sujeto moriría.
La espuma lo engulló, no dejó rastro, desapareció.
No se supo más del quebrantado, ni del alma que lo había aconsejado.
El muerto Enmanuel.
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Detrás Del Ébano ©
PoesíaEl mundo suele ser confuso cuando va en tu búsqueda, las hegemonías simples son las que golpean hasta dejarme sin aliento. Las mandó el viento, triste realidad de aquellos lamentos. Detrás del ébano es el tercer poemario que escribo. Éste es el refl...