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Las facciones corren por las ventanas de la casa desolada, y en las palabras descubrieron una nueva luz, detonante de certeza, la veracidad de un sentir. Cuando perece un alma golpeada en su camino no encuentra otro lugar sino la soledad.

Soledad pacífica y tranquila, atenuante del pesar creciente.

Observando tras un velo me encuentro al mundo, censurado en la estúpida oscuridad, distorsionando mi figura humanoide que huyendo de la penumbra se halla. —Corre sin parar, que por ahí ha de perseguirme la eternidad —Me digo cada día.

Detrás Del Ébano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora