Luego del vestido blanco y el traje negro.

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Corrupta la noche atacó al día.
Todo fluía mientras conjuntamente el uno al otro engullía.
En la anomia misma le eran arrancadas las ansias.
El deseo les era arrebatado de sus manos.
Y el día, sublime y perpetuo, doblegó a la noche.
Titanes de miel y mies, en batalla eterna se hallan. Se atacan con todas sus fuerzas.
De muerte se hirieron, desangrándose en el campo cayeron los dos.
El blanco y el negro en matices grises surgieron.
El blanco manchado de negro estaba, el negro, de blanco invadido se encontraba.
Almas lastimadas, mutiladas, arrepentidas, desentrañadas, aquellas almas se amaban.

Detrás Del Ébano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora