Septiembre | Siempre ahí

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Una semana después, Kari corría hacia el instituto maldiciéndose internamente a sí misma por haberse quedado hasta las tantas hablando con TK por teléfono. Se había quedado dormida y esperaba que a TK no le hubiese pasado lo mismo. Además, esa misma mañana había aparecido la rueda de su bicicleta pinchada. ¿Qué más podía pasarle?

Una vez dentro del edificio, corrió escaleras arriba y al girar se chocó contra alguien y cayó de bruces contra el suelo.

-¿Qué? –Dijo aquella persona– ¿Se puede saber qué te pasa?

Pero el chico se quedó mudo al ver a la chica, por lo que la ayudó a levantarse.

-Yo... Lo siento mucho, de verdad –se disculpó Kari–. Iba con prisas y no miraba por dónde iba... Es culpa mía, perdona.

-No, no te preocupes –cambió de idea–. Yo tampoco miraba por dónde iba, andaba algo distraído. ¿Estás bien?

Kari miró al muchacho con el que se había chocado. Era tan alto como TK y llevaba una camiseta sin mangas tan holgada que se le veía parte del pecho trabajado. También llevaba puestas unas bermudas y unas zapatillas que a simple vista parecían comodísimas. ¿Por qué no llevaba puesto el uniforme? Su brillante pelo azabache y sus ojos del color de la avellana no pasaron desapercibidos para la muchacha.

-Sí, ¿y tú?

-Mejor que nunca –sonrió–. Me llamo Yung Hoshishima. ¿Contra quién tengo el gusto de haberme chocado?

Kari sonrió.

-Hikari Yagami. Puedes llamarme Kari.

-Bonito nombre. ¿Y por qué ibas con tanta prisa, Kari?

-Ah, sí, ¡llego tarde! –Se percató, poniéndose en marcha– Disculpa, hablamos en otro momento.

-Descuida. ¡Por cierto! ¿En qué clase estás?

-¡11 – A! –respondió alejándose.

-11 – B –soltó.

Kari llegó justo a tiempo a su clase, pero TK llegó cinco minutos después que el profesor y no lo dejó pasar. Al terminar la clase, Davis y Kari salieron al pasillo y se encontraron a TK sentado en el suelo.

-¿Se puede saber por qué llegaron tarde los dos? –Inquirió Davis.

Kari se sentó al lado de TK.

-Anoche nos dormimos tarde–respondió.

-Ah, ¿conseguiste dormir algo? Qué suerte.

Con el comentario de TK, Kari no pudo evitar reírse, y él no pudo evitar imitarla por una broma que solo entendían ellos. Davis se sintió excluido de la conversación que él mismo había iniciado, así que se retiró despacio con un suspiro.

-Creo que me voy a sentar dentro.

-Davis, perdona –dijo la chica.

El aludido hizo un gesto con la mano, dando a entender que no pasaba nada, y se metió de nuevo en el aula.

-¿No dormiste nada?

-Sí, dos horas y media de las cuales debería haber dormido solamente una. Y por eso estoy ahora sentado en el pasillo.

Un par de jugadores del equipo de baloncesto pasaron por allí y se les quedaron mirando.

-¿Qué, TK? ¿Limpiando el suelo? –Bromeó uno de ellos.

Kari se levantó con otra risa.

-Venga, vamos dentro –dijo.

-Eh, Yagami, ¿para cuándo una cita conmigo? Podemos sentarnos juntos en el pasillo de la segunda planta, si quieres –bromeó el otro y le guiñó un ojo.

Takari: A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora