"Cómo vas?"
Kari se quedó mirando el móvil tras enviar el mensaje, quizás esperando que su destinatario respondiera de inmediato. Miró la hora, dejó el móvil sobre la mesa de su escritorio y se dirigió al baño pensativa. Su hermano salió del mismo solo con unos pantalones y una toalla con la que se estaba secando el pelo, y el olor a jabón y un agradable calor inundaron el pasillo.
–¿Has puesto la estufa o te has abrasado con el agua?
–Qué exagerada eres. Hace frío –respondió dejándola pasar.
–Y la exagerada soy yo –rió.
Kari cerró la puerta del baño tras de sí. El vaho del espejo no permitía que viera su propio reflejo, y el calor de pronto se hizo más notorio. Se quitó el uniforme del instituto, lo colocó en la cesta de la ropa sucia y se metió bajo el grifo de la ducha, dejando que el agua tibia la empapara y liberara, de pronto, todos los pensamientos que la habían estado atormentando durante todo el día. Se le vino a la mente el recuerdo de TK soltándole de golpe su mudanza a Tokio, y no pudo evitar volver a tener aquella sensación de vértigo que había sentido entonces. Que el rubio se fuera a Tokio suponía verse solo durante las vacaciones y los fines de semana, con suerte, y Kari no estaba acostumbrada a verlo tan pocas veces. Pero no le quedaba otro remedio que acostumbrarse. Con el pensamiento positivo de que siempre podían intentar verse los fines de semana y de que TK no estaría lejos eternamente, terminó de ducharse, salió y se tapó con una toalla para dirigirse a su habitación. Allí miró su móvil.
"No sé ni por dónde empezar, vienes a ayudarme? mi madre está trabajando", le había respondido TK.
Kari le respondió, se vistió, se secó el pelo y salió de su habitación con el abrigo preparado.
–¿A dónde vas? –Le preguntó su hermano con el ordenador delante.
–A casa de TK.
Tai se quedó callado de pronto y miró su ordenador de nuevo, volviendo a su trabajo sobre Organizaciones Internacionales.
–Vale –respondió–. Diviértete.
A Kari le extrañó esa respuesta, pero no dijo nada y se fue a casa de TK.
Cuando llegó, se quitó las botas y dejó su abrigo en el salón. El chico estaba en su habitación con tres cajas de cartón vacías y todos los armarios y cajones abiertos.
–No sé, me cuesta mudarme otra vez –habló en voz baja, sin quitarle la vista de encima a las cajas.
–Es normal –intentó amenizar Kari–, ya te has mudado muchas veces.
–Ya.
Kari se acercó a un cajón que solo tenía juguetes que hacía tiempo que no utilizaba y cuadernos que hacía años que había rellenado con historias de su propia letra. Se sentó en el suelo y comenzó a sacar algunas cosas.
–¿Por qué no empiezas por aquí? –Le dijo– Hace años que no usas estas cosas.
–Mi madre quiere tirar ese cajón entero –comentó TK desde la cama–. Dice que me basta con conservar un juguete y quizás los cuadernos, si no paso los textos al ordenador.
–¿Y tú las quieres guardar?
–Algunas cosas sí. Me gustaría recordar cosas como esta –se acercó a ella y cogió un cuaderno verde de tapa blanda–. ¿Te acuerdas? Aquí escribí la novela aquella que te contaba que me hacía ilusión terminar y que nunca terminé –sonrió.
–Sí, la de los niños que viajaban a otro mundo a vivir aventuras y tenían un dragón enorme que los acompañaba –rió–. Me encantaba ese dragón. ¿Se llamaba Fudo?
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Takari: A pesar de todo
FanfictionDigimon: Takari (TK y Kari). Takari más leído y votado de Wattpad. © Año 2007. Kari tiene dieciséis años y acaba de comenzar su penúltimo año de instituto. Parece que todo se desarrollará sin contratiempos, como siempre, pero pronto empieza a darse...