Yolei subió a su casa tras un turno corto en la tienda y se encontró con su hermana en la puerta.
–Gracias, Ken –le decía al chico mientras se despedía–. ¿Ves? –Se dirigió a Yolei al verla– Ni una hora.
Cuando su hermana se fue, Yolei cerró la puerta de su casa y se quedó mirando a Ken desde la puerta. El chico recogía el desastre que en un momento había montado con Rima y los lápices de colores que habían sacado de la habitación de Yolei.
–Perdona, amor, no sabía cómo entretener a Rima –le dijo sin mirarle.
–Deja eso –se acercó a él y le agarró de las manos, obligándole a mirarla–. Vamos, ya lo recogeré luego –sonrió.
Ken le devolvió la sonrisa y rodeó su cintura con ambas manos. La atrajo hacia sí con suavidad y se besaron con ternura, a lo que ella respondió rodeándole el cuello con los brazos.
–Espero que hoy vuelvan tarde –confesó Yolei, que le dio la mano y lo arrastró hasta su habitación.
Allí, comenzó a desabrocharle la camisa del uniforme de su instituto y Ken no supo hacer nada más que mirar, con cierto nerviosismo, cómo su novia iba desabrochando cada botón. Su móvil sonó en el bolsillo de su pantalón y lo agarró en un acto reflejo. El nombre de Davis estaba en la pantalla.
–¿Quién es? –Yolei le besaba el cuello.
–Es Davis, puede que...
Yolei le quitó el teléfono de las manos, colgó la llamada y lo dejó sobre la mesilla de noche.
–Entonces no será importante –le quitó la camiseta.
En ese momento escucharon la puerta del salón abriéndose y se sobresaltaron.
–¡Yolei! Estoy en casa.
–¿Mamá? –salió de la habitación cerrando su puerta, para que su madre no viera a Ken sin camiseta. Ken aprovechó para pedirle disculpas a Davis por mensaje y para decirle que estaba ocupado ese día.
–Mira, ¿te acuerdas de Suzume? –Su madre señaló a la mujer que le acompañaba– Ha venido de sorpresa y ha traído pastelitos de su pueblo. ¿Quieres unos pocos?
Suzume le saludó.
–No... o sea, sí. Pero ¿y la tienda?
–Ah, tu padre puede con ello. A esta hora es cuando empieza a llegar menos gente.
–Está Ken aquí –le informó.
–Pues dile que salga a comer pasteles con nosotras. Ken es el novio de Yolei –le explicó a su amiga–. Llevan saliendo desde enero.
–Llevamos desde julio, mamá.
–Eso, desde julio. Es que nos lo dijo en enero porque le daba vergüenza, ¿sabes?
Ken salió de la habitación de Yolei con su camisa ya abrochada.
–Buenas tardes –saludó con timidez.
–¡Ken, ven! –Reaccionó su suegra– ¿Has probado los pastelitos típicos de Kyoto? ¿Quieres uno?
–No, pero muchísimas gracias. Yolei –le susurró. Su suegra y su amiga continuaron hablando–, no tenemos preservativos.
Los ojos de Yolei se abrieron como platos y el rojo llegó hasta sus mejillas en un momento.
–No había caído –confesó.
–Voy a comprar en lo que solucionas lo de tu madre, ¿vale?
Yolei asintió, avergonzada.
Cody acompañó a Aru hasta su casa esa noche. La humedad hacía que el frío pareciera mayor de lo que realmente era, por lo que ambos caminaban con las manos metidas en los bolsillos de sus respectivos abrigos. Ese día había algo en el ambiente que les hacía callar y continuar casi todo el camino en silencio. Aru miró a Cody de reojo.
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Takari: A pesar de todo
FanfictionDigimon: Takari (TK y Kari). Takari más leído y votado de Wattpad. © Año 2007. Kari tiene dieciséis años y acaba de comenzar su penúltimo año de instituto. Parece que todo se desarrollará sin contratiempos, como siempre, pero pronto empieza a darse...