Septiembre | La primera lluvia del otoño

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Kari abrió los ojos y miró a su alrededor. Se encontraba en la habitación que había compartido con Yolei y su hermana, pero ninguna de las chicas estaba con ella. Miró el reloj: 11:08 a.m. ¿Era tan tarde ya? ¿Cómo había llegado hasta allí? Se incorporó en la cama y se frotó los ojos. No recordaba haberse ido a dormir. Lo último que recordaba era que estaba junto al lago con TK y que había cerrado los ojos un momento y... ¿se quedó dormida? Su pijama y su pelo estaban secos, pero las sábanas estaban todavía algo húmedas. Se preguntó si se había acostado ella sola y no se acordaba o si TK la habría llevado hasta allí. Cualquiera de las dos opciones le daba vergüenza.

Se levantó, se lavó la cara en el baño y se puso un vestido corto. De camino a las escaleras se encontró con TK.

-¿Has dormido bien? –Le sonrió.

-¿Me trajiste a la habitación anoche?

-Te quedaste dormida. Al principio no me di cuenta porque nos quedamos callados un buen rato, pero sí –rió.

-Lo siento –le devolvió la sonrisa, algo sonrojada.

-Yolei se despertó y me vio, así que supongo que tendremos que darle una buena explicación.

-Yo me encargo.

Cuando se sentaron en la mesa de la cocina a desayunar, se encontraron a sus amigos, que por lo visto se habían despertado poco antes que Kari. Mientras todos hablaban, la chica no pudo evitar pensar en su conversación con TK de esa madrugada. Ella le estaba ocultando algo importante y él lo sabía. Por otro lado, a TK le pasaba algo también. Se lo había confesado el primer día de clases, hacía algo menos de un mes. No se lo había quitado de la cabeza, pero parecía que TK no tuviera intención de contarle por fin qué era aquello. ¿Yolei estaría en lo cierto? ¿Le gustaría a TK?

Si las miradas pudiesen hablar, la mirada de Yolei le estaría diciendo que le explicase ahora mismo lo que había pasado esa noche con TK, pero ella no tenía ganas de hablar del tema. A pesar de intentarlo, no pudo librarse de un encontronazo con su amiga en el momento en el que Davis arrastró a Ken hacia fuera de la casa y TK se separó del grupo porque la pequeña Rima le quería enseñar algo. Yolei le dio la mano y la obligó a quedarse en la cocina.

-¿Ya es tu novio?

-No.

-Anoche te trajo a la cama. ¿Qué hacías con él a esa hora?

Kari pudo notar la efusividad de su amiga en cada una de sus palabras. Parecía que tuviera más ganas que ella de que eso ocurriera.

-Hacía calor y salí a refrescarme, pero me encontré a TK en el lago y nos quedamos un rato hablando. Luego me quedé dormida.

-¿Y no se lo dijiste?

-No creo que vaya a hacerlo... –Dijo en voz baja, como si así no llegase a afirmarlo del todo.

-Si no se lo cuentas tú hablo yo con él.

-¿Qué?

-Es broma –rió, pasándose una mano por la cabeza–. Pero tienes que decírselo en algún momento.

-¿Y si sale algo mal? –Susurró.

Los ojos de Kari se habían clavado en el suelo, como si nadie le llamase tanto la atención como para alzarlos.

-Te da miedo enfrentarte a eso –habló tranquila–, pero creo que tú te mereces intentarlo y que él merece saberlo. Los dos necesitan esa oportunidad, y nadie más que ustedes puede aprovecharla.

-No soy tan valiente.

-Te equivocas.

La voz de TK le dio un vuelco al corazón de Kari. Las chicas se sobresaltaron y vieron al rubio, que se encontraba en el marco de la puerta con un dibujo de Rima en las manos. Kari notó que la sangre le subía a las mejillas y lo miró, incapaz de articular palabra.

Takari: A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora