Septiembre | Casa de campo

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Kari guardó algo de ropa en una mochila y miró la fecha en su móvil: Viernes, 28 de septiembre. Habían quedado en verse el sábado por la mañana en la tienda de los padres de Yolei para ir todos juntos a la casa de campo que habían alquilado para el Tsukimi, pero como no cabían todos en un solo coche, la madre de TK había terminado ofreciéndose para llevarlos con el coche de su exmarido, que era más grande que el suyo.

-¿Quiénes van? -Le preguntó su hermano apoyado en el marco de la puerta.

-Los padres de Yolei, sus hermanos, sus cuñados y su sobrina y los chicos.

-¿Qué chicos? ¿TK y Davis?

-Y Ken también.

-¿Cody no va?

-No, lo celebra con su familia.

-¿Y cuántas habitaciones hay en esa casa?

-Tai -suspiró-, ¿qué te pasa? Últimamente me interrogas más de lo normal.

-Solo me preocupo por mi hermanita pequeña.

-Tu "hermanita" pequeña tiene dieciséis años.

-Como si tiene cuarenta; siempre será mi hermanita pequeña.

-Vete de mi habitación.

-Todavía no me has respondido.

Kari se levantó y lo amenazó con la almohada.

-Vete de mi habitación -repitió.

Tai se cubrió la cara con un brazo y se separó de la puerta.

-Pero no vas a dormir con todos los chicos, ¿no?

Kari le tiró la almohada y comenzó a empujarlo con su propio cuerpo para echarlo.

-Claro que no -respondió con esfuerzo.

-¿Segura?

-Por supuesto, Ken y Yolei están juntos.

-¿Qué significa eso?

Kari sonrió, a punto de cerrarle la puerta en las narices.

-Que solo puedo dormir con Davis o con TK. O con los dos a la vez.

-¡Kari!

Y la nombrada consiguió cerrar la puerta con éxito, riéndose al escuchar las quejas de su hermano en el otro lado. Si lo hubiera querido podía haber entrado y haberse quedado en la habitación, pero sabía que Kari podía acudir a sus padres en cualquier momento.

Con todo preparado y tras una ducha, se metió en la cama con el pijama ya puesto y miró por última vez su móvil. Tenía un mensaje.

"Has visto la luna? Tiene toda la pinta de que mañana estará en su punto para el Tsukimi. Por cierto, espero que vayas con hambre, porque mi madre no para de cocinar" - TK.

Kari sonrió. Se levantó, corrió las cortinas y miró a través del cristal. La luna era enorme y estaba casi entera, gobernando un cielo que no podía ser iluminado por la luz de millones de estrellas debido a la contaminación lumínica de la ciudad.

"Es preciosa, espero que mañana podamos ver las estrellas también. Tanto está cocinando?" - Kari.

"Tanto que a lo mejor no cabemos en el coche. Pero no pasa nada, si no cabemos te vas caminando y listo" - TK.

Kari rió.

"No hay problema, estoy en forma" - Kari.

La chica se pudo imaginar la sonrisa del muchacho frente a la pequeña pantalla.

Takari: A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora