Octubre | Gracias

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Cody dejó el plato de datemaki entre los chicos y se sentó sobre sus piernas. Los ojos de Yolei parecieron iluminarse al ver los rollitos de huevo en el plato.

-Perdonen, a mi madre no le ha dado tiempo de preparar nada más.

-Está bien así –habló Ken con timidez.

-¡Está genial! –Enfatizó la chica.

Yolei probó los aperitivos que la señora Hida había preparado en un momento y la boca se le llenó de una sensación embriagadora, como si fuera la mejor comida del mundo.

-El datemaki de la madre de Cody es el mejor –afirmó–. Pruébalo, Ken.

-Con permiso.

Ken probó la comida y sus ojos lo aprobaron antes que sus palabras.

-Es verdad, está muy bueno.

-Gracias. Davis me dijo que tampoco podía venir.

-¿Le dijiste que había datemaki? –Se extrañó Yolei.

-Sí.

-Está raro desde el jueves, supongo que por lo que pasó con TK y Kari.

-Es verdad, ¿pasó algo más ayer? –Preguntó Ken, que solo se había enterado de la primera parte de la historia.

Yolei y Cody se miraron, pensando en qué responder exactamente.

-Kari no me contó nada, no hablo con ella desde el viernes antes de las clases –explicó Yolei.

-Yo igual –dijo Cody–. Vi a TK esa misma tarde, pero estaba entrenando y no pudimos hablar.

-Pero –alzó los palillos con un rollito de datemaki– lo que sí sé es que TK besó a Kari delante de toda su clase. Todo el instituto se enteró, claro está.

-¿En serio? –Se sorprendió el chico– ¿Estarán juntos ahora, entonces?

-No lo creo, Kari estaba rara cuando le dije que se viniera y...

-¡Cody! –La voz de su madre lo interrumpió.

-Con permiso.

Cody salió de su habitación y se encontró a su madre frente a la puerta que daba a la calle, acompañada por una chica de piel blanca como la nieve que había comenzado a quitarse los zapatos.

-Aru –articuló.

-Hola, Cody –sonrió.

-¿Quieren que prepare más datemaki?

-No, mamá, no te preocupes.

-Bueno.

Su madre los dejó solos y Cody la miró intentando adivinar el motivo de su visita. No tenían exámenes de matemáticas próximamente, así que desde luego no era para que la ayudase a estudiar, así que se quedó sin opciones.

-Siento presentarme tan de repente, pero quería darte las gracias por ayudarme con los deberes de la semana pasada y, bueno, en realidad siempre me ayudas con todo.

Cody se quedó callado, todavía mirándola.

-¿Me invitas a pasar? –Sonrió la chica.

-Oh –se sonrojó–, sí, claro. Perdona.

Entraron en su habitación justo en el momento en el que Yolei se emocionaba con otro bocado de datemaki. Casi se atraganta al ver a la chica en lo que Cody se la presentaba a Ken, y de inmediato miró su móvil y se levantó. Arrastrando a su novio hacia fuera, se excusó diciendo que iban a ir al cine en una cita y los dejó solos.

-¡Estaba todo muy bueno, señora!

-¡Gracias, Yolei! Vuelvan cuando quieran.

Al entrar en su cuarto, la luz del sol que se filtraba por la ventana blanqueó aún más la piel de la chica, que llevaba un vestido azul cielo que Cody pensó que no le podía quedar mejor a nadie. Sus nervios aumentaron, pero se obligó a calmarse pensando en que a Aru le gustaba TK. Era imposible que él le gustase a alguien, y mucho menos a ella.

-Te he traído esto.

La chica rebuscó en su bolso y sacó un cuaderno mediano de tapa dura, forrado en cuero marrón, y se lo tendió.

-¿Qué?

-Lo vi en una librería de la estación de Shibuya. Habían experimentado con algunos materiales para imitar el cuero y esto es lo mejor que consiguieron. Es artesanal. Me acordé de ti porque sé que no te gusta que hagan cosas innecesarias con animales, así que no pude evitar comprártelo. La verdad es que no parece cuero si lo miras por segunda vez, pero no es feo. Tiene ese aire formal que tienes tú.

Cody miró el cuaderno sin poder creerse que era un regalo para él. Era verdad, no era cuero, pero lo imitaba muy bien. El color marrón oscuro le daba una pinta anticuada y elegante, como si ocultase secretos que solo comprendería la mente que los escribió.

-Muchas gracias, pero no puedo aceptarlo.

-Es un regalo –le recordó–; tienes que aceptarlo.

-¿Pero por qué?

-Siempre tienes muchas cosas en la cabeza que la mayoría de la gente no entiende, y cuando encuentras a alguien que te entiende solo escuchas y nunca hablas. Esto es para que las escribas hasta que encuentres a alguien a quien contárselas. Una mente como la tuya no se puede quedar solo en tu cabeza –sonrió–. Además, te lo debo. Es mi agradecimiento por ayudarme siempre con todo.

-No es necesar...

-Cody, por favor.

El chico miró el cuaderno y después la miró a ella, sin saber exactamente cómo reaccionar.

-¿Para mí?

Aru rió.

-Sí, Cody, es para ti. Tú también mereces que te regalen cosas aunque no sea tu cumpleaños.

Cody cogió el cuaderno con ambas manos e inclinó el cuerpo.

-Te lo agradezco.

Aru lo agarró por los hombros y lo obligó a estirarse de nuevo.

-No quiero tus gracias, no puedes agradecer un agradecimiento. Solo di lo mucho que te gusta y dame un abrazo.

A Cody se le escapó una sonrisa. Era verdad, si la gente agradeciera las gracias el mundo sería muy cansino.

-Es muy bonito, me encanta. Con perm...

Antes de que Cody pudiera pedir permiso para abrazarla, Aru se le adelantó y Cody se notó la cara caliente, como si tuviera fiebre. Pero no era fiebre lo que tenía.

-¿Ves? –Dijo separándose– ¿A que no era tan difícil?

Cody le iba a pedir perdón por ser tan insistente con los perdones, las gracias y los permisos, pero se contuvo. En su lugar, volvió a sonreír.




Sombra&Luz

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Siento que este no sea takari, pero el próximo sí lo será.

<3

Takari: A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora