Octubre | Superheroína

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Tras la clase de Educación Física, Kari continuó escuchando murmullos en el vestuario de chicas que la implicaban a ella y a TK. "Pasó de ella completamente", "¿Cómo se le ocurrió que le podría gustar a Takaishi?", "Pobre Yagami", "Qué vergüenza debe estar pasando", "Yo me muero si me pasa eso", "Pues yo pensaba que sí le gustaba Yagami", "Sí, claro".

Kari salió del vestuario sin decir nada y una chica la detuvo.

-Eres muy valiente –le dijo apoyando una mano sobre su hombro.

Ella mostró algo parecido a un intento de sonrisa y continuó caminando. La situación se estaba volviendo absurda, le parecía irreal que estuviese ocurriendo algo como eso y que a la gente le importase tanto lo que ocurría con su vida y la de TK. Y lo que era peor todavía: se estaba enfadando. Con ella, con TK y con el instituto entero.

-Pues yo sí saldría contigo –le dijo un chico.

No volvió a encontrarse con TK tras la clase, y también prefirió no hablar con Yolei. Se fue a casa directamente para intentar alejarse de todo y pensar con claridad. Esperaba que TK se acercase a ella en algún momento para aclarar las cosas y para que ella supiera que tenía todo su apoyo, aunque no le correspondiera. Pero no. TK no había actuado como siempre había actuado con ella.

Al llegar a casa soltó un "hola" y se metió en su habitación. Su madre entró un par de veces a ofrecerle algo para comer, pero se negó argumentando que había comido con Yolei en el instituto y que tenía que estudiar para un examen de matemáticas. Por suerte, su hermano no estaba para llenarla de preguntas a las que no quería responder.

-¿Kari? –Habló su madre por tercera vez al otro lado de la puerta.

-Dime, mamá.

-Han venido a traerte los apuntes de química.

Kari se quitó la almohada de la cara. No recordaba haberle pedido los apuntes a nadie. ¿La habría entendido mal Watanabe?

Se levantó de la cama y abrió la puerta de su cuarto. Yung estaba sentado en la mesa de la cocina con las manos juntas sobre las piernas y un montón pequeño de hojas unidas con un imperdible. Sonrió al verla, a modo de saludo, y su madre le puso un vaso de zumo de remolacha delante.

-Espero que te guste mi zumo de remolacha; es mi especialidad.

-Muchas gracias, señora Yagami.

-Eres un encanto. Voy a preparar una tarta de manzana.

Kari intentó evitar de todas las maneras que su madre preparase nada más para evitarle a Yung una visita al baño. Era fácil deshacerse del zumo de remolacha, pero una tarta era más complicado. Argumentando que tenía que explicarle un par de cosas a Yung sobre el examen de matemáticas de la semana siguiente, se metieron en su cuarto e invitó a Yung a sentarse en la cama. Este parecía no juzgarla por nada, pero aún así intentó no mirarlo a los ojos.

-No fuiste a baile –dijo.

-Me encontraba un poco mal.

Y no era del todo falso.

-¿Estás mejor?

-Sí –mintió.

Yung la miró algo preocupado y ella sonrió.

-¿Qué querías? –Le preguntó.

-Verte. Solamente te veo durante las clases de baile, así que se me hace raro que faltes un día.

-Gracias –volvió a sonreír, esta vez con más sinceridad.

Después de unos minutos en los que Yung le contó lo que hicieron durante las clases, Kari inspiró.

Takari: A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora