Octubre | Antes de empezar

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Kari cerró los ojos. El contacto con los labios de TK era mucho mejor de lo que había pensado. Notaba de pronto que estaba mucho más unida a él de lo que había estado en toda su vida, como si un simple beso pudiese mantenerla a su lado para siempre. ¿Era real? ¿De verdad se estaban besando? Por miedo a que desapareciera, no abrió los ojos hasta que escuchó la voz del señor Susumu.

-Takaishi y Yagami.

TK se separó de Kari y miró al profesor detrás de él. Toda la clase había comenzado a murmurar cosas, pero ninguno de los dos estaba pendiente de eso; ambos habían perdido por unos segundos la atención de todo lo que los rodeaba, concentrándose solo en su primer beso juntos. Kari miró a TK todavía con ese rubor en las mejillas, y de pronto pareció acordarse de que no estaban solos y bajó la mirada a su espalda.

-¿Se creen que este es lugar para ese tipo de cosas? Estamos en una escuela.

La chica se humedeció los labios. Comenzaba a echar de menos aquel contacto con TK, y eso la asustaba en cierto modo.

-Lo siento, ha sido culpa mía –dijo el rubio.

-Al despacho del director. Los dos, ahora.

Se sentaron delante del escritorio del director con la cabeza gacha. Era la primera vez que estaban ahí, y Kari se puso nerviosa porque no quería que llamasen a sus padres. El director Hideaki se sentó en su asiento y los miró con la barbilla apoyada sobre sus puños cerrados. Un silencio incómodo los rodeó.

-¿Y bien? –Preguntó el hombre.

-Fue culpa mía –repitió TK–. Solo le di un beso para despedirme hasta que terminase la clase, no sabía que el profesor había entrado.

-¿Yagami?

Kari pensó en qué responderle y de pronto notó que TK le daba la mano debajo de la mesa con disimulo. Estaba intentando decirle que todo iría bien, que no se preocupase por nada. Ese era el TK que ella conocía.

-Yo...

Dudó.

-Ella estaba desprevenida –respondió TK–, fui yo el que...

-Takaishi, deje que hable.

El rubio apretó la mano de la chica, dándole calor y animándola a responder lo mismo que él.

-Me besó él.

Esas tres palabras provocaron un revuelo en su interior que no consiguió identificar.

-Estamos en una escuela. Estaban en mitad de una clase y se besaron.

-Todavía no había empezado la clase –se defendió TK.

-Estaban todos sus compañeros y el profesor, todos estaban mirando y ustedes dos estaban de pie en medio del aula. ¿A qué se debe esa llamada de atención, Takaishi?

No respondió.

-Controle sus hormonas, muchacho. No quiero volver a verlo en una situación similar o tendré que avisar a su madre. No vamos a tolerar ese tipo de conductas de rebeldía en nuestra escuela. Si tienen algo que hacer, háganlo fuera.

-Sí, señor –murmuró Kari.

-¿Takaishi?

Asintió con la cabeza.

Al fin, el director dejó que se marcharan con la firme advertencia de que volverían al despacho a la mínima amonestación que recibieran.

De camino a la clase, Kari se detuvo en mitad del pasillo. TK caminó unos pasos más hasta que se dio cuenta y se giró para mirarla, pero sus ojos ámbar estaban fijos en el suelo.

Takari: A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora