Noviembre | TK

2.1K 104 50
                                    

El ascensor se abrió y Yung salió detrás de TK. Con la luz del edificio, Kari pudo ver por fin el estado en el que se encontraba el chico: la piel de su pómulo izquierdo había empezado a teñirse de morado, y bajo la leve hinchazón de su labio había caído una gota de sangre que le manchaba la barbilla. Además de eso y de que le costaba caminar porque le dolía todo el cuerpo, no parecía tener nada más. Su ropa negra estaba mojada y sucia por arrastrarse por el suelo con los restos de lluvia, y con cada pequeña brisa se le erizaba el vello de la nuca debido al frío. Se había negado a que lo acompañasen a casa, pero la insistencia de Kari lo obligó a resignarse.

Buscó las llaves de su casa en el bolsillo del pantalón y antes de abrir la puerta le dio las gracias a los chicos.

-¿Qué le vas a decir a tu madre?

-No está en casa, y con un poco de suerte no vuelve hasta mañana por la tarde y tengo mejor cara.

-No creo que se te vaya el moretón de aquí a mañana.

TK se tocó la mejilla con la mano e hizo una mueca de dolor.

-Le diré que me dieron un golpe bailando en la fiesta.

Abrió la puerta y Kari se acercó.

-¿Estarás bien?

-Claro –sonrió.

-¿Puedo quedarme un rato?

TK la miró a los ojos y después miró a Yung, pensativo.

-Sí –dijo–, pasen.

Encendió las luces del apartamento y dejó las llaves al lado de la puerta antes de marcharse al baño para limpiarse la cara. Kari le indicó a Yung que pasara y él negó con la cabeza.

-¿Quieres volver a la fiesta?

- TK y yo no somos amigos, me da un poco de cosa pasar a su casa, así que mejor me voy.

-¿Estás seguro? A TK no le importará.

-Seguro –sonrió–. Estarás bien aquí con él.

Kari lo miró intentando adivinar qué era lo que quería realmente, pero algo en sus ojos le decía que prefería marcharse.

-Gracias por todo, creo que te debo ya muchos favores.

-No son favores cuando los hago desinteresadamente, no te preocupes.

-Que tengas una buena noche, Yung.

-Igualmente, Kari.

Cuando el chico desapareció tras las puertas del ascensor, Kari cerró justo al mismo tiempo en el que TK salía del baño con la cara ya lavada. El rubio miró el salón.

-¿Y Yung?

-Se tenía que ir. Ese hematoma no tiene buena pinta, ¿tienes hielo?

-Creo que sí, pero antes necesito una ducha urgentemente. Deberías marcharte con Yung antes de que se vaya o...

-¿Me puedo quedar a dormir? –Dijo en voz baja.

-No es necesario, Kari, estaré bien.

La chica bajó la mirada al suelo y suspiró. TK la miró sintiéndose culpable y al ver que eran las 12:38 p.m., se acercó, le puso una mano bajo la mandíbula con suavidad y le besó la frente.

-Claro que puedes –rectificó–, mañana te acompañaré a casa.

Kari no rechistó, aunque no tenía pensado dejar que lo hiciera. TK se quitó las alas con esfuerzo y se dirigió al baño, dolorido. Ella estuvo a punto de ofrecerle su ayuda para quitarle la ropa, pero estaba segura de que no sería lo más apropiado y fue a mirar si tenían hielo, aprovechando para mandarle un mensaje a Yolei contándole lo ocurrido y diciéndole que dormiría en el apartamento Takaishi. En menos de diez minutos, TK salió del baño con nada más que un pantalón viejo que usaba a modo de pijama. Tenía algunos moretones más que no había visto antes, en los brazos y en el torso, incluyendo la espalda, y un agradable aroma a jabón invadió la casa. El pelo mojado le caía delante de los ojos y goteaba a pesar de que ya se había secado con la toalla. Kari se quitó el maquillaje de la cara con agua y jabón en lo que TK cogía el hielo que ella había metido en una bolsa de plástico.

Takari: A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora