a favor ➳ h.s (español) || act. lentas

veintiséis.

Harry lanzó sus gafas sobre su escritorio con un exhausto resoplido. Nuevamente exhausto por toda la cantidad de trabajo que tuvo que hacer. Todos los números eternos de las páginas nublaron sus ojos doloridos. Había sido una larga semana, y su madre ni siquiera había tratado de comunicarse con él. Había supuesto que lo haría a esas alturas. Ella siempre estaba tratando de hallar una táctica obsesiva solo para interferir en su vida, y nunca era algo maduro. Y además, cuando hacía, se encargaba de dictaminar un horrendo ultimatun que terminaba en un desastre. 

Harry no estaba seguro de la hora de su vuelo de regreso a Inglaterra, él en realidad nunca se comunicaba con ellos a menos de que fuera tremendamente necesario y de si concernía negocios— lo cual, honestamente, habría tomado como la primera señal de que realmente no les importaba. Ellos no se esforzaban en interesarse por su vida, así que no veía porque él habría de hacerlo también. Aunque no estaba seguro del horario de vuelo de sus padres, había recibido un mensaje de Maddie donde le avisaba que todo estaba arreglado y que Oriana tenía los tres días libres que necesitaba; y también que era completamente ignorante de todo el plan. 

Además de todo el purgatorio de esperar una llamada, todo iba bien. Oriana había parecido haber perdonado su distancia de la semana anterior, y él había estado trabajando en ser más positivo. Nunca se enojó con ella por intentar hablarle, simplemente había encontrado difícil hablar de toda la cuestión. Era como si hubiera algo físico impidiéndole hablar, como si estuviera apenado, incluso cuando sabía que Oriana era la única persona que lo juzgaría. Él simplemente no era tan abierto como ella. 

El último de sus cigarros se había acabado, así que estaba sentado jugueteando con la caja entre sus dedos, porque realmente no tenía ganas de comprar otra caja. Había removido un montón de orgullo volviendo a fumar, y el tóxico no estaba ayudando sus dolores de estómago, tampoco. Seguro, lo relajaban, pero solo en el período de tiempo donde los fumaba. Las secuelas de ello nunca superaban esos cinco minutos de inconsciencia, y sobretodo, estaba causándole mal aliento. 

Lanzó el paquete hacia la papelera, y se levantó. Miró su escritorio desordenado mientras jugaba con sus anillos, gesticulando ante la vista. 

Le pediría a su asistente que lo arreglara, pero no quería correr el riesgo de confundirse cuando reorganizara las cosas. Así que le dijo que se fuera a casa y cerró su oficina con seguro. Cuando estuvo en el elevador, verificó si había recibido algún mensaje de su madre, pero todo lo que vio fue una imagen que le había enviado Oriana. 

Sonrió enseguida al ver la captura del guacamole que le había enviado, junto con la larga explicación de que lo estaba preparando para la cena y que tendría que ir y comerlo si querían seguir siendo una pareja. Ella siempre lo hacía reir con su humor inocente, así que le respondió diciendo que no se lo perdería por nada del mundo. Le avisó a su hermana que no regresaría a su casa hasta tarde, pero que la vería antes de su vuelo en la mañana. 

Su chofer lo recogió, y en el viaje a casa, cernió el pulgar sobre el número de su madre. Se mordió el labio, debatiendo consigo mismo. Hizo lo mismo en el elevador hasta su departamento, y también cuando estuvo sentado en su comedor. Solo que Oriana bajó su espátula y le arrebató el celular de las manos, para ver qué hacía. 

—No tiene sentido, Harry —Oriana bloqueó su teléfono, deslizándolo sobre la encimera—. Si tuviera un problema, te llamaría. 

—¿Cómo lo sa-

—Porque no soy estúpida, cabezota —acunó sus mejillas y se posicionó entre sus piernas. Harry posó su mano sobre la de ella y la otra en su cintura, presionando los dedos en su suave piel. 

—¿Por qué crees que no ha llamado? 

—Honestamente no lo sé —siendo completamente honesta, no tenía idea de cuál era el problema de su madre—. Probablemente no sabe qué pensar. Nunca se sabe, puede estar dándote espacio. Quizá no quiere alterarte.