cuarenta y tres.

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—Carajo, no puedo creer esto —Oriana susurró para sí misma furiosamente. Había tenido que morderse el labio para no llorar mientras corría por el salón, rodando los ojos por la ironía de su mala suerte. La noche había sido horrible. Había salido tan mal como podría haber salido, y ese era su peor miedo. 

Que todo lo que podría salir mal lo hiciera. Todo incluido lo que no quería hacer —estar molesta molesta con Harry. 

Sin embargo, él la siguió luego de que quitó sus manos de encima al salir del salón. Para ser una chica de baja estatura usando tacones, era más rápida que él. Sus caderas se contoneaban con cada zancada que daba lejos de esa casa—. Oriana —él susurró, su voz quebradiza al intentar alcanzarla. 

—¿Qué les hice para merecer esto? —le dijo, su voz quebrándose cuando tuvo que morderse su labio temblorosos. Harry se detuvo por un momento, inseguro de lo que decía mientras escupía las palabras en aquel ronco acento que rara vez usaba. Solamente era evidente cuando habla en su lengua materna—. Esa mujer llamó a mi madre puta, ¿quién carajos se cree? 

—¡Oriana! —Harry vociferó, saliendo de su ensoñación y tomando su brazo. Ella se sacudió para zafarse de su agarre y la furia se manifestó en sus ojos cuando lo encaró. Él retrocedió un poco cuando ella se separó de él, estaba bastante intimidado. Especialmente luego de la seguridad con la que se había enfrentado a su madre. 

—¡Y tú te quedaste sentado ahí, pendejo! —Oriana rugió, apuntándolo. Harry no comprendía lo que decía. Todo lo que podía asegurar era que estaba molesta con él. Lo apuntaba con el dedo y sus ojos lo miraban con decepción. Harry tragó, abriendo los ojos un poco cuando ella retrocedió, bajando la voz—. ¿Qué carajo le pasa a tu familia? 

—Bebé, no entiendo lo que dices. Por favor, solo... —intentó deslizar su mano por su brazo para tomar su muñeca pero ella se apartó antes que pudiese intentarlo y se alejó de él. Estaba demasiado molesta para que la tocara. Heather los había alcanzado junto con Jay. Harry vaciló cuando su nana apareció para darles sus abrigos, intentando escoger una compostura cuando preguntó qué pasaba. 

—¡Malditos pendejos! —Oriana alzó los brazos cuando Harry le puso su blazer, persiguiéndola hasta el coche. Harry sopesó sus palabras cuando su hermana llegó a su lado, respirando por la nariz al volverse a él. 

—Ella acaba de llamarnos pendejos —Heather le dijo a su hermano, y él resopló. No esperaba que estuviera tan molesta con él. Oriana no insultaba. Era demasiado madura para eso. Solía hacer algunas bromas, pero nunca la había visto tan molesta con él. Ni siquiera cuando descubrió lo de San Francisco. Y eso aclaraba sus prioridades. 

Harry la alcanzó justo cuando ella se dio la vuelta, abrazándose a sí misma para darse cálida. Tembló visiblemente mientras fruncía el ceño—. Quiero ir a casa —ordenó y Harry le dio una mirada burlona que causó que soltara un suspiro cargado de frustración—. ¡Quiero ir a casa, Harry! —dijo más tranquila, sacudiendo la cabeza como si estuviera tratando de olvidar su lenguaje. 

Suspiró, observando su expresión entristecerse lentamente. Ya no veía el atisbo de rabia en sus ojos, sino uno desesperado de estar lejos. El maquillaje en sus ojos estaba corrido y una lágrima completamente negra se deslizaba por el rabillo de su ojo. Harry sintió su corazón volcar al verla llorar—. Cariño, no puedes ir a casa. Nuestro vuelo es mañana. 

Ella asintió, llorando—. Lo sé —bajó la cabeza, mirándolo sobre sus pestañas. 

—Bebé, yo...

—Harry —Heather apareció, robándole las palabras con una mirada de preocupación mientras Oriana se limpiaba las lágrimas. No quería que nadie la viera así—. ¿Nos vamos? 

a favor ➳ h.s (español) || act. lentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora