veintiocho [*]

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Oriana rodó en su lado de la cama, extendiendo el brazo en busca del cuerpo de su novio

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Oriana rodó en su lado de la cama, extendiendo el brazo en busca del cuerpo de su novio. Quería verlo una última vez antes de partir al trabajo. Esa era la peor parte de que durmiera con ella. Las mañanas eran más largas porque su alarma sonaba más temprano, pero tenía que dejarlo todo malhumorado y triste cuando todo lo que realmente quería hacer era saltar sobre él. No había suficiente tiempo para tontear antes del trabajo—había aprendido eso de forma difícil. La confusión la abrumó en su estado medio despierto cuando no lo halló.

Levantó su cuerpo con ayuda de sus palmas y parpadeó hacia el espacio vacío junto a ella. Cuando su cuerpo se movió, el sonido de las sabanas arrastrándose sobre el suelo hizo que mirara hacia el otro lado de la habitación, donde Harry sostenía una rosquilla con una mano y con la otra trataba de esparcir queso sobre la superficie. Alzó la cabeza, descubriendo el moño sosteniendo su cabello y saludándola con una sonrisa. Supo que iba a enloquecer cuando viera la hora—. Buenos días, bella durmiente. 

—¿A qué viene el sarcasmo? —se aclaró la garganta, estirando los hombros sobre su cabeza con un suspiro. Completamente consciente de que su cabello era un desastre—. Mmh, ¿qué haces?

—Almuerzo —le dijo, con una sonrisa—. Has dormido mucho.

—¿Qué? —frunció el ceño, mirando su teléfono. Con pánico, verificó la hora—. Oh, mierda. No fui a trabajar. ¿Por qué mi alarma no sonó?

—Porque la apagué...

—¿Cómo? —cuestionó, sacando los pies de la cama para buscar su bata. 

—Puedo hacerlo desde tu salva-pantallas —afirmó engreídamente—. Los iPhones son bastante eficientes ayudando a los novios a desordenar la vida de sus novias desde 2015.

—Harry —gimió—, ¿por qué hiciste eso? Voy a meterme en un montón de problemas ahora. Yo no tengo un trabajo como el tuyo, no puedo simplemente-

—Cariño —le interrumpió—. Está bien. Confía en mí.

—¿Qué? —demandó cuando la miró con aquella expresión maquiavélica. Saltó de la cama cuando rió—. Harry.

—Ya me hice cargo de todo. Necesitas comer —alzó el plato con un pedazo de salmón y lechuga—. Nos espera un largo día.

Oriana entró en su vestíbulo, deslizando la bata color crema sobre su cintura y atándola con una cinta—. Amor, no seas vago. ¿Qué pasa? Tienes que decirme para no perder mi trabajo.

—Tienes dos días libres —dijo, girándose para comprobar la parrilla dónde cuatro tiras de tocino descansaban y una taza llena de huevos revueltos las acompañaba. 

—¿Cómo lograste eso?

—Porque soy especial. 

—Estás siendo vago de nuevo —resopló con molestia. 

a favor ➳ h.s (español) || act. lentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora