veintidós.

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—¿Estás bien? —Harry miró de reojo a su hermana sentada en el asiento de copiloto con las rodillas presionadas juntas y con su pecho tratando de ir a la par de sus rápidas respiraciones, sabía que estaba tan estresada como él. Solo que Harry lograba controlarlo como un grito interno. 

—Sí. —suspiró demasiado rápido, haciendo una mueca justo después y llevándose una mano al estómago. Él observó sus uñas retorcerse contra su estómago y frunció el ceño. 

—¿Te sientes mal? —le preguntó, apretando los nudillos sobre el volante mientras se concentrada en la carretera oscura. Harry frunció las cejas y los labios, dándole pequeñas miradas para asegurarse de que estuviera bien. 

—¿Uh? ¿Qué? No —apartó la mano de su estómago y negó con la cabeza rápido—. Solo algo nerviosa, es todo. 

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que los viste?

—No el suficiente —trató de bromear, pero su falta de humor fue claro en su risa forzada—. Preferiría no ir. Pero me perdí el último.

—No te perdiste de nada —le recordó y ella asintió.

—Y no me perderé nada esta vez. Es la misma maldita fiesta —Heather argumentó, apartando sus hebras sueltas de cabello contra la curva de su trasero—. No me voy a quedar más de una hora. 

—Yo tengo que quedarme —explicó—. ¿Quieres el auto? Puedo decirle a mi chofer que me venga a buscar. 

—No —sacudió la cabeza—. Envíame a tu chofer. Odio conducir por la noche. 

—Vale —asintió, consciente de que no quedaba mucho para llegar. El viaje era de una hora más o menos, mayormente por el hecho de que tenían que salir de la ciudad, y era complicado—. ¿Estás segura que estarás bien?

—Ujum —asintió, masticando su labio inferior—. ¿A qué hora te espera Oriana? Creo que dijo que lo haría despierta. 

—Medianoche —sonrió—. Regresaré al departamento para ese entonces. Trataré de hacerlo antes.

—Ella es tan dulce —Heather rio—. Jay estará dormido, Jesús. 

—El tío podría dormir por Gran Bretaña —Harry bromeó.

—América, cariño. Estamos en América —Heather palmeó su pierna. 

—Bueno, pero yo soy Británico —encogió los hombros. 

—Pero Jay no.

—Sí, bueno —Harry suspiró—. No me cuestiones. 

Heather rió y se pellizcó el pulgar nerviosamente—. A veces olvido que estás solo aquí. Debe ser horrible.

—Al principio lo fue —admitió, masticando el interior de su nudillo cuando tomaron un abrupto cruce—. Ya no. 

—No —Heather concordó—. Tú pareces haberte acostumbrado luego de un tiempo. Al aceptar que estás solo. Así es como yo solía ser, de todas formas. 

—Solías ser —Harry le repitió—. ¿Qué te cambió?

—Jay, por supuesto —le dijo como si fuera estúpido, y Harry frunció el ceño. Sabía que diría eso. Que Jay era importante para ella y que estaban desesperadamente enamorados. Él sólo necesitaba solidificar su teoría de que había encontrado la felicidad en la presencia de alguien más en su vida—. Oriana hará lo mismo contigo eventualmente. Pero no estoy realmente segura en que etapa estás. 

—Si —suspiró, tomando una profunda respiración. Tal vez él era igual. Oriana era la llave hacia su felicidad ahora y en el tiempo restante. No se puede encontrar la felicidad propia a través de otra persona, primero tienes que descubrirte a ti mismo antes de abrirle el corazón a alguien más. Conocer tu alma, y tú el amor por ti mismo y lo que haces es lo que hará mejor una relación, porque te hará entender lo que realmente mereces. Harry sentía apenas conocerse, pero sí conocía a Oriana. La conocía más que a sí mismo y eso le aterraba.

a favor ➳ h.s (español) || act. lentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora