»Capítulo 23«

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Debieron haber visto eso, fue muy gracioso... Más bien, embarazoso como una camarera vino hacia nosotros y nos preguntó si queríamos la oferta de postre para parejas.


- Estuve a punto de golpearle la nariz de tucán que tiene.- Reí.

Entonces vino la camarera.

- Buenos días, ¿desean el postre especial de parejas? Es una batida y pueden escoger entre chocolate, vainilla, frutas, etcétera.- Sentí que mis ojos se iban abriendo debido a lo que había dicho anteriormente.- Espera, ustedes son pareja, ¿verdad?- Miré a Jake.

- Así es.- Asintió. Sentí mi cara completamente roja.

Elegimos el sabor de chocolate y luego nos trajeron una batida con dos sorbetes.



También fue gracioso como Jake le había dado casi cien dólares al mismo camarero y luego le dijo que se quedara con el cambio solo para hacerlo quedar mal. Este chico me sorprende cada vez más.

Ahora nos encontrábamos en el auto, Jake conduciendo hacia no sé donde.

- ¿A donde vamooos?

- A...la Casa Blanca.- Aquí hay gato encerrado.

- Pero si no recuerdo haber visto nada de lo que...

- ¿Por qué preguntas tanto? Deja de hacer preguntas y no arruines la sorpre... Uups...- Sé que lo hizo a propósito pero lo ignoré y me recosté hacia atrás.

Esa lasaña estaba súper deliciosa... Pero estaba súper llena y eso significa que me dará sueño... Y ahora Jake me quiere llevar a algún sitio.

Cerré mis párpados y ya casi me estaba quedando inconsciente... Cuando el ridículo interrumpe-sueños decidió frenar súbitamente.

- Ayy...- Gemí, ya que me golpeé con la puerta.

- Perdón.- Sabía que estaba aguantando las ganas de reír por como su voz había salido algo ahogada.

- Ya cálmate chinito.- Explotó en risas a carcajadas.

- Es lo más cursi que he escuchado.- Siguió riendo.

Rodeé los ojos y me recosté contra la puerta otra vez.

(...)

Ya estaba casi oscureciendo, ya que Jake se antojó de ir a una feria, que por cierto disfruté mucho, ya que al fin estuve en compañía de alguien. Ya que mi madre no le gustaban las machinas extremadamente rápidas.

Frenó súbitamente otra vez, haciendo que me golpeara.

- ¡Ya deja de hacer eso!- Levemente golpeé su brazo y él solo rió.

- ¿A que no sabes qué?

- ¿Qué?

- Ya llegamos.- Salió rápidamente del auto para que no lo golpeara.

The Boy Next Door ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora