-Te aconsejaría que reconsideraras...- habló con voz ronca un alto y fuerte peliplata, sentado detrás de su escritorio.
-No hay nada que reconsiderar... últimamente he perdido varios socios en el extranjero, y los que quedan son muy pocos...- mencionó un hombre maduro y pelinegro, frente a él -...además el ramo automotriz es sumamente lucrativo.- aseguró acomodándose en su asiento.
-Concuerdo contigo Enzo... pero también es muy inestable... ese tipo de sociedades de responsiva ilimitada, están casi extintas por el riesgo que conllevan.
-Tranquilo Inu no... -mencionó relajado -...confió en el señor Naraku Ikeda, tengo años de conocerlo y la asociación que me ofrece es segura.
El peliplata negó y optó por dejar el tema por muerto, cada que algo se le metía en la cabeza a Enzo Higurashi no había nada que lo hiciera recapacitar.
-¿Y qué tal Kagome?, supe que ya ingresó a la Universidad.- cambió el tema a uno más placentero.
-Ni lo menciones... se empeñó en ingresar a Tōdai...- dijo fastidiado y se puso de pie.
-Ve el lado bueno, así los chicos estarán más tiempo juntos...- lo imitó y lo invitó a abandonar ese despacho.
-Sigo creyendo que la Universidad Keio era mejor para ella...- aseguro mientras avanzaban por un pasillo para llegar al jardín, donde dos sonrientes mujeres maduras platicaban amenamente -...fuimos de sus primeros egresados y su nivel es excelente.
-Bueno, sí... - aceptó divertido -...pero la universidad Nacional sigue siendo sumamente reconocida internacionalmente.
-No me convencerás...- finalizó el tema al llegar al jardín de la mansión Taisho, donde esa mañana desayunarían juntos.
O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O
-Sabes Kagome... algún día tú yo nos casaremos, y seremos más felices que nuestros padres...- aseguró un sonriente peliplata, mientras caminaban de la mano por un parque. Él sonrió al ver a la chica enrojecer.
-¿L-lo dices en serio... Inu-yasha?
-¡Por supuesto!... ¿qué no quieres?...- preguntó mientras la detenía.
-C-claro que quiero...- aseguró y enrojeció más.
-Entonces... es una promesa.- dijo y la abrazó, el joven estaba seguro que si la besaba, Kagome podría incluso desmayarse, ella era demasiado tímida... y aun así la encontraba adorable. Ninguno parecía mayor a dieciséis años.
-Es una promesa...- repitió amargamente, mientras se encontraba recostada en su pequeña cama.
-¡Kagome!- entró la castaña, sacándola de sus recuerdos abruptamente. -¡Por Dios!¿qué haces ahí acostada?- regañó al verla tendida en su cama y notoriamente deprimida.
-Solo descansaba, las clases fueron pesadas...- dijo al sentarse e intentar sonreír con naturalidad.
-Kag... es por ese idiota- mencionó con comprensión, nadie conocía mejor a Kagome que ella, y pudo ver a través de su falsa sonrisa.
Kagome se levantó y se recargó en su pequeño escritorio, justo al lado de su incondicional amiga -¿qué se supone que haga ahora?- dijo decaída.
-Seguir adelante... avanzar...- habló segura, Kagome se estaba deprimiendo y eso era algo nuevo.
La pelinegra suspiró y volteó a verla... eso no era tan fácil.
-¿Así fuiste a clases?- cambió de tema al prestarle atención.
ESTÁS LEYENDO
Razones Equivocadas (Disponible en Amazon como original)
FanfictionKagome había llegado a su primer día en la universidad con sus ilusiones en la mano, siempre sosteniendo el sueño de que ella e Inuyasha se casarían, como alguna vez de niños juraron. Por eso verlo besando a Kikyo, una hermosa y atractiva chica, la...