formas de amar

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Por la mañana siguiente un maullido de Buyo y el mismo frotándose contra su mano que colgaba del sofá, habían logrado despertarlo.

-Joder- soltó con voz ronca y todavía con sueño.

Escuchar el sonido ligero de agua corriendo lo hizo desperezarse y sentarse. Vio a Kagome pasearse por la cocina cuidando de no hacer mucho ruido y se extrañó de verla, ¿qué hora era? Bajó su mirada al reloj en su muñeca y se dio cuenta que ya pasaban de las ocho y media «maldición» pensó fastidiado al darse cuenta que ya estaba tarde para presentarse en la oficina.

Avanzó un par de pasos hasta detenerse detrás de la barra y observar a Kagome cocinando del otro lado -¿Tienes clase?- preguntó saltándose el saludo que generalmente ella no le respondía.

Ella giró su rostro y lo vio con el cabello revuelto y apoyando una de sus manos en el marco de la barra, su ropa estaba arrugada y cuando regresó sus ojos a aquellos pozos azules, tragó ligeramente y tuvo que regresar su atención al sartén de comida en sus manos.

-Sí. Comienzan después de las diez- informó al tiempo de dejar de servir la comida y girarse con el sartén hasta dejarlo en el lavaplatos.

Bankotsu la vio ya bañada y lista para ir a la universidad y no dejó de extrañarle su presencia ahí, generalmente Kagome solía comer algo ligero y marcharse, casi siempre mientras él se duchaba.

-Ah, me daré un baño- anunció sin lograr deshacerse de lo ronca de su voz, Buyo caminó por sus pies y él tuvo que esquivarlo para comenzar a caminar.

-No... ¿no quieres desayunar?- se apresuró ella a preguntar.

Él frunció el ceño y volteó a verla. Kagome se veía incómoda e incluso el ambiente seguía sintiéndose tenso entre ambos.

Bankotsu no tenía hambre y sabía que se le hacía tarde pero definitivamente que Kagome buscara un momento para compartir con él, era algo que no había visto en el último mes, de hecho, ellos dos no compartían alimentos desde que habían vuelto de su viaje a principios de año.

Entonces asintió despacio y ella le sonrió.

-¿Qué preparaste?- le preguntó al ingresar a la cocina y desapareciendo un poco la sonrisa de la pelinegra.

-Ah... pues, pues sólo pan tostado, huevos revueltos y tocino con un jugo de naranja- dijo y vio los platos servidos en la mesa «demonios» se lamentó, no era un desayuno tan bueno si lo veía bien «¿en qué estaba pensando?»

-Se ve bien- el moreno cortó sus pensamientos y se sentó a la pequeña mesa en esa cocina, sin molestarse a ir al comedor principal, se sirvió un vaso de jugo y lo bebió.

Ella lo imitó con media sonrisa, seguía sintiéndose extraña pues llevaban casi un mes sin convivir de ese modo, luego de esas peleas que ambos habían mantenido.

-Y, ¿hoy no trabajas?- preguntó ella luego de un par de minutos en silencio.

Bankotsu asintió -Me quedé dormido, estaba muy cansado y...

-Entiendo- interrumpió ella y bebió de su jugo al mismo tiempo que le evadía la mirada.

Él volvió a extrañarse y Kagome pretendió concentrarse en sólo comer y no atragantarse por sentir algo tan contradictorio por haberlo visto haciendo esas cosas la noche anterior.

-Kagome...- él la nombró sin darle importancia a la sensación extraña que se sentía entre ambos,

-¿Si?- preguntó ella ante la seriedad de su voz, alzó sus ojos a él y él ya la miraba.

-Hace días te dije que habían cosas que no sabías y que...

-¿Eh?- el sonido del móvil del moreno llegó hasta ellos y Buyo se acercó al aparato que estaba colocado sobre la mesa ratona en el centro de la sala.

Razones Equivocadas (Disponible en Amazon como original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora