¿cita a ciegas?, y un siguiente paso

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—¿Me gusta?... no puede ser— se lamentó casi en un susurro. Bankotsu se removió y el curvilíneo cuerpo de Kagome se acomodó mejor entre sus brazos.

Recargó su frente en la barbilla del ojiazul y él la apretó con sus brazos, sintió su corazón acelerarse ante ese casi descubrimiento… Bankotsu suspiró y Kagome acarició su pecho suavemente para tranquilizarlo, la piel de Bankotsu estaba tan tibia a pesar de la ligera capa de sudor que la cubrió mientras otra vez la hacía suya, y ella continuó experimentando esa extraña sensación de intimidad… por ese momento ignoró que la misma era falsa y se permitió seguir disfrutándola… ¿ese sería el momento después del sexo que necesitaban las mujeres como había leído por ahí?... "pero Bankotsu está dormido" pensó…, alzó su vista a su rostro y creyó que eso era lo mejor, Bankotsu despierto era un patán. Sonrió ante su idea.

—Un tonto patán—. Mencionó viéndolo, y jamás entendería por qué razón estiró su cuerpo y besó delicadamente sus labios… cerró sus ojos y abrió ligeramente sus labios para probar uno de él.

Sí, si le gustaba… tal vez desde el inicio, aunque nunca lo reconoció por el mal comienzo que tuvieron… si cualquier otro chico le hubiese propuesto ese trato, lo habría abofeteado, y de insistir, hasta pudo llamar a la policía… pero fue Bankotsu, y a pesar de que lo que prometía, era lo que deseaba, fue su atractivo lo que no hizo despreciable esa idea… así que si lo pensaba sinceramente, siempre le gustó.

Dejó sus labios y deslizó su mano de su pecho a su espalda. Giró su rostro y vio las luces apagadas y la puerta asegurada. Suspiró cansadamente y recargó su rostro en el trabajado pecho del moreno.

"Te gusta… pero no te permitas enamorarte de él"se aconsejó mentalmente mientras cerraba sus ojos y dejaba un distraído beso cerca de su corazón; estaba a punto de pasar otra noche con él.

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Sango había llegado minutos antes de media noche y aunque se moría por platicarle a Kagome lo bien que la había pasado con Miroku; agradecida y recordando la advertencia de la misma, decidió detener su mano a punto de golpear la puerta de su mejor amiga y compañera de habitación.

—Será mejor esperar a mañana—. Se convenció la castaña mientras caminaba a su cama y soltaba sus tacones al suelo, después de habérselos quitado al entrar a ese edificio para ocultar su presencia, ignorante por completo al par de agotados amantes que dormían abrazados y con las piernas entrecruzadas.

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Cerca de las cinco de la mañana, él se movió buscando acomodarse y Kagome se quejó incómoda, sonrió apenas de lado al abrir los ojos… esa no era su habitación. La delgada mano de Kagome resbaló por su abdomen y se dio cuenta que la agradable sensación de calor, provenía del cuerpo de la joven… ella lo había estado abrazando.

Se apoyó en su codo y la observó dormir; acarició su rostro y sus labios… le incomodó descubrir que podría mirarla por largo tiempo y admirar solo su rostro, y no ese cuerpo que lo enloquecía y que lo tenía ahí, con ella. Era estúpido. Y aun así, besó sus labios… Kagome deseosa de seguir durmiendo refunfuñó algo inentendible y ladeó su rostro, Bankotsu sonrió, la tomó del mismo y volvió a besarla… Kagome apenas abrió sus ojos y apoyó sus manos en su pecho; lo dejó besarla pero el sueño pesaba tanto que no pudo corresponderle, ni tampoco asustarse de que siguiese ahí. El moreno acarició el costado de su cuerpo hasta llegar a sus redondeados glúteos y los apretó suavemente.

Kagome gimió sobre sus labios.

—Maldición—. Mencionó frustrado… apenas a un par de metros debería estar Sango.

Razones Equivocadas (Disponible en Amazon como original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora