secreto de dos

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Apretó suavemente su falda entre sus manos, volteó a verlo de reojo y sin terminar de desaparecer su nerviosismo, mientras avanzaban por las grandes avenidas de la ciudad.

-¿Exactamente a... dónde vamos?- le cuestionó y mordió su labio mientras lo veía conducir, dio un respingo cuando él de reojo volteó a verla.

-Ya te lo dije... a mi departamento.- mencionó fríamente mientras la flecha verde del semáforo le autorizaba avanzar.

Kagome desvió su rostro y dejó escapar el aliento... ella había aceptado, se recordó... observó los altos edificios que se encontraban en esa zona residencial a la que habían entrado... el sol hacia brillar los grandes cristales de los mismos..., volvió a recordarse por qué razón estaba haciendo eso...

-Tú... - se animó a hablar -...tu dijiste que... que Kikyo tenía algo que yo nunca tendría...- mencionó y tras verlo una vez más de medio lado, bajó su mirada al tablero del auto... lo vio girar una vez más y adentrarse a un estacionamiento subterráneo de uno de los grandes y lujosos edificios.

-Así es- mencionó mientras terminaba de estacionarse y apagaba el auto. La obscuridad era cortada por pequeñas lámparas que alumbraban el exterior.

-¿Y qué es?- preguntó dudosa, lo veía expectante... ¿qué podría ser eso que ella tenía?

-Mph...- le sonrió de medio lado y abrió la puerta del auto para enseguida bajar.

Kagome respingó cuando él cerró la puerta. Instintivamente bajó del auto y lo siguió.

-¿No me vas a responder?- cuestionó andando tras él, escuchó el seguro del auto del joven activarse y lo vio molesta cuando se detuvo en la puerta del elevador, había llamado por él.

-¿Es que acaso no la has visto?- le cuestionó sonriendo de medio lado... la puerta se abrió, él entró y Kagome lo vio con el ceño fruncido. -Vamos...- le dijo y la tomó de la mano para hacerla ingresar con él.

-¿Es tan perfecta?- cuestionó dudosa, por un momento se sumió en recordarla que no se molestó en soltarse del agarre del joven.

-Yo no hablé de perfección...- le dijo y se inclinó para verla a los ojos, Kagome abrió más los mismos al reaccionar e instintivamente retrocedió... eso lo divirtió y la obligó a dar un par de pasos más. Nunca soltó su mano.

-¿E-entonces?- cuestionó al pegar su espalda contra el frío y reluciente metal de ese gran elevador.

-Kikyo es...- dijo mientras recorría su delgado cuerpo con sus ojos, sonrió al ver las curvas que sobresalían -...segura de sí misma...- dijo y colocó su mano libre en la cadera femenina -... irradia sensualidad... aunque...- dijo y se acercó a su oído, Kagome dejó de respirar -...tú podrías ser mejor que ella... si te atrevieras.- mencionó mientras llevaba la mano de la cadera a acariciar sin permiso su trasero.

Kagome lo detuvo -quieres dejar... de hacer eso.- dijo y volteó su rostro a él, sintió la suavidad de su mejilla, ya que todavía estaba pegado a ella.

-¿Por qué razón lo haría?- cuestionó quedamente y recorrió su rostro... pegó sus labios a los de ella. El corazón de Kagome aceleró sus ya nerviosos latidos. Ni el aire frío que se sentía en el lugar, erizaban de ese modo los poros de su piel, como lo hacían sus palabras y su tacto.

-N-no... me gusta que...- mencionó tímidamente... ya le había dicho que la ponía nerviosa... ¿por qué lo seguía haciendo?

Él sonrió de medio lado.

-Precisamente eso, es lo que las hace diferentes...- dijo cuándo la puerta del elevador se abrió en el último piso. Se separó de ella y la jaló de la mano, la cual nunca soltó.

Razones Equivocadas (Disponible en Amazon como original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora