El agitado joven deslizó sus labios por el hombro y cuello femeninos provocando un estremecimiento a la débil chica. Kagome mordió su labio y se recargó en el pecho desnudo del moreno.
-Debe haber un problema con nosotros dos- mencionó y su voz no sonó tan divertida como pretendía al apenas estar desapareciendo la pasión que desbordaron.
Él sonrió de medio lado al alzar sus manos que descansaban en su cadera, directo a sus senos y acarició los mismos.
-¿Por qué? ¿por hacerle el amor a mi novia?- le cuestionó al oído y ella vibró y ladeó su cabeza pretendiendo controlarse. Sonrió.
-No, por hacerlo donde sea- aclaró ella, y esa última pregunta soltada por él, acarició su estómago con un cosquilleo.
-No le veo el problema-mencionó el joven al volver a besar despacio su cuello.
Kagome mordió y soltó su labio -creo que ha sido suficiente- le dijo al tomar sus manos y separarlas de sus senos -comienza a obscurecer- añadió la pelinegra al notar que la lluvia había aumentado y la obscuridad llegaba con todas esas nubes de tormenta.
El moreno resopló cansadamente y volvió a tomarla de la cadera para retirar su miembro apenas erecto del interior de Kagome, compartiendo un último gemido por eso.
Ella no volteó a verlo hasta que acomodó su arrugada blusa y su sostén, se ruborizó y se sintió tonta cuando lo vio devolver su miembro bajo sus bóxer y ajustar su pantalón, su vista viajó de esa zona a través del marcado abdomen y el firme y lampiño pecho del moreno que tenía su camisa desabrochada por su culpa.
-¿Entonces?- habló el moreno atrayendo la atención de Kagome a su rostro, él le sonrió divertido al notar su interés en su cuerpo y ella abrió los labios y ojos sorprendida para girarse.
-Va-vamos- dijo y se apresuró a levantar y colocarse de nuevo sus bragas y su short -digo- rectificó -debo ir al baño a... asearme un poco- finalizó y se encerró en el pequeño cuarto de esa misma habitación.
El moreno la vio perderse en ese lugar y suspiró mientras terminaba de abrochar su camisa.
-Te espero abajo, Kagome- le dijo, todavía tenía que subir al coche algunas cosas de la joven y que tontamente habían bajado. Ella aceptó al alzar la voz desde el interior y él se apresuró a bajar.
Luego de haber encontrado agua, jabón y milagrosamente también un paquete de papel higiénico, Kagome terminó de refrescarse y borrar las huellas de esa entrega. Suspiró y se sonrió al verse en el polvoso espejo de ese lugar.
-Me pregunto si todo el lugar estará así- mencionó la chica al salir y acomodar un poco la desordenada sábana que cubría ese escritorio donde había estado presa por el ojiazul. Salió de esa habitación y curiosa como su naturaleza, abrió la puerta del cuarto frente a ese del cual había salido, de un rápido vistazo observó las cortinas corredizas de delgada madera cerradas; forzó su vista para ver el cajón de otra cama de dos plazas, un pequeño tocador y un closet al fondo de la pequeña habitación -todo se ve relativamente bien- mencionó al adentrarse y dirigirse al closet.
Luego de un par de minutos el moreno la apresuró al gritarle desde abajo.
-Ya voy- respondió del mismo modo al girarse, la tormenta empeoraba y tenían que partir de inmediato ya que en su auto demorarían un poco más por el suelo húmedo. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando unos ruidos en el interior del closet la hicieron detenerse.
-Ay, no- se lamentó-...por favor no, ratas no- suplicó, soportaría todo menos ese tipo de roedores conviviendo con ella, la buena impresión de esa casa sucumbía ante ese temor.
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Razones Equivocadas (Disponible en Amazon como original)
Fiksi PenggemarKagome había llegado a su primer día en la universidad con sus ilusiones en la mano, siempre sosteniendo el sueño de que ella e Inuyasha se casarían, como alguna vez de niños juraron. Por eso verlo besando a Kikyo, una hermosa y atractiva chica, la...