¿y la historia de amor?

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-No lo sé... Kagome ha cambiado-. Mencionó dudoso el peliplata. Suspiró frustrado y observó a su animoso amigo quedarse serio -y ahora, ¿qué ocurre contigo?

La sangre de Miroku de heló ante la sorpresa... ¿Qué hacía Kagome bajándose del auto de Bankotsu y por qué se dejaba besar por él? Sus ojos temblaron incrédulos ¿qué estaba pasando? Kagome y su primo habían terminado su inesperada relación, entonces ¿por qué?

Inuyasha frunció el ceño al no obtener respuesta y volteó a ver en la dirección hacia donde él lo hacía...

-¿Eh? ¡oh, cierto! ¡Kagome!- Respingó el joven de coleta y lo abrazó por la espalda para obligarlo a caminar - recordé que Sango dijo que tendría examen y estudiaría en la biblioteca-. Comentó al comenzar a retirarse.

-¿Qué? Acabo de hablar con Sango y no ha mencionado tal cosa-. Mencionó molesto el ojidorado al soltarse de su abrazo.

Miroku rió nervioso -seguro lo olvidó, es tan distraída, ya la conoces-. Añadió para palmear su espalda y comenzar a caminar. El peliplata frunció el ceño al verlo actuar extraño y aun así, lo siguió.

-No se me ocurrió buscar ahí-. Aceptó finalmente al meter sus manos en los bolsillos y avanzar seguro de encontrarla.

-Suele pasar, a veces el lugar más obvio es el que ignoramos-. Dijo, y mientras avanzaban por el camino de adoquín, volteó de medio lado a ver a la pareja todavía besarse, perdiéndola de vista segundos después, entre los árboles que se esparcían por el lugar.

Había cubierto la espalda de su primo y de Kagome, pero él, le debía una explicación.

O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O.O

-Esto solo me puede pasar a mí-. Se aseguró la pelinegra al llegar apresurada hasta su habitación, se apresuró a guardar en su mochila la delgada caja de pastillas que todavía traía apretadas en su mano... "nadie las puede ver" pensó preocupada.

-Kagome- la voz de Sango la hizo respingar al abrir de improvisto la puerta.

-Ah... ah ho-hola-. Saludó tontamente al reír nerviosa.

-¿Dónde te has metido? Inuyasha ha hablado al menos tres veces preguntando por ti-. Comentó la chica al fruncir el ceño y verla extrañada.

-¿Inuyasha?¿en serio?- le cuestionó incrédula ¿para qué la llamaría? De pronto recordó que desde que estuvo con Bankotsu en el elevador había recibido una llamada de él.

-Sí-. Aseguró-¿dónde te habías metido y porque no respondías al celular?

"Piensa rápido, piensa rápido" -Ah, f-fui a la biblioteca.

-¿A la biblioteca?- le preguntó extrañada.

-S-sí, ya sabes, no quiero tener problemas en mis estudios más adelante, así que decidí estudiar un rato más-. Mintió mientras la cruzaba para entrar a su habitación.

-Ahh... ¿y el cel?

-Se agotó la batería-. Le aseguró ya estando en su pieza.

-¿Vas a hablar a Inuyasha?

Kagome se detuvo a pensar, dejó su mochila sobre su cama -supongo que sí-. Respondió no tan convencida.

Sango se recargó en el marco de la puerta -como que ya no duele tanto, ¿cierto?

La pelinegra volteó a verla de medio lado ¿ya no dolía?

-Creo que me desilusioné un poco-. Confesó.

La castaña suspiró cansadamente -no era para menos... has albergado esperanzas durante mucho tiempo y él no ha sabido corresponder-. Mencionó lo que siempre había pensado.

Razones Equivocadas (Disponible en Amazon como original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora