el fin de una mentira y una difícil decisión

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Kagome bajó la mirada, su mirada expresiva y generalmente alegre, ahora se encontraba distante, casi sombría.

"Él dijo que me amaba" recordó preocupada la joven, una sensación caliente y dolorosa le apretó el pecho; sus ojos temblaron y una sensación extraña le erizó la piel al mismo tiempo.

-¡Señorita!- la voz de una mujer entrada en años la hizo alzar su vista.

-¿Eh?- mencionó al verla mientras la misma le entregaba un embace de leche.

La mujer sonrió -También me cobra esto, por favor- le dijo insistiendo para que lo tomara.

Kagome vio extrañada a la mujer y al embace por un segundo, luego respingó -L-lo siento- se disculpó- ¿Algo más?- le preguntó al marcar el producto.

La mujer negó sin borrar su sonrisa -Eso es lo único- dijo y comenzó a escarbar en su bolso buscando su cartera luego de ver el total de su compra en la pantalla del computador -. Si me permites un consejo, cariño, intenta no distraerte tanto, otros clientes podrían molestarse y causarte problemas en tu trabajo, y no queremos que eso pase- mencionó y le sonrió al extenderle un par de billetes que cubrirían su compra.

La mejillas de Kagome se tiñeron de un suave rojo que combinaba con la camisa rojiza de su uniforme, mientras digitaba el pago -Lo siento, es sólo que...- dijo y negó en silencio..., ¿qué estaba haciendo?¿contarle sus cosas a una extraña?, qué tonta era.

-No te preocupes, el amor siempre suele distraernos...- retomó la palabra la mujer mayor -, suelo ver a mis nietas enamoradas actuar como tú, y también me recuerdo a mí misma en mis años mozos- agregó la mujer que sonrió comprensivamente.

"¿Enamorada?" pensó Kagome al entregarle el cambio a la mujer, tuvo que devolverle la sonrisa mientras todavía meditaba sus palabras.

-Que tenga buena noche- la despidió y mientras la veía partir volvió a sentir la angustia en su pecho.

Había pasado más de una semana desde ese domingo en el cine... desde que Inuyasha la besó y ella no supo cómo se sintió, desde que huyó de él y desde que buscó ayuda y consuelo en los brazos de Bankotsu... desde que él le dijo que la amaba mientras le hacía el amor.

Su piel se erizó al revivir ese momento y ese te amo.

Esa noche había vuelto a compartir su cama con él, Bankotsu le había hecho el amor de forma dulce casi toda la noche, la había besado y acariciado despacio, había mordido y apretado su cuerpo; un par de veces más, entre roncos jadeos, volvió a repetirle que la amaba provocándole una caliente sensación en su pecho y erizándole la piel... ella no le contestó, sólo correspondió con la misma pasión a sus caricias y a sus besos, gimió mientras él seguía penetrándola y moviendo su cuerpo con él... Bankotsu no esperaba una respuesta, estaba segura, pero ella no pudo no sentirse mal por no responder.

¿Pero cómo decirle que lo amaba si no estaba segura? ¿Lo amaba?

-No lo sé- se sinceró en voz alta al girarse y comenzar a contar el dinero de esa caja registradora, que para ese entonces ya se había cerrado al pasar de las diez de la noche y terminar su turno.

Kagome tragó dificultosamente, ocultando tras sus ojos su angustia al intentar concentrarse en lo que hacía, pero su mente seguía traicionándola al no dejarla tranquila.

Y es que no podía estar segura, lo quería, mucho, ¿pero amarlo?... amor era una palabra muy grande para definir lo que por él sentía...

Reconocía que no había nada que la hiciera sentir mejor que olvidar al mundo entre sus brazos, dejarse envolver por él y terminar agotados y sudados bajo las sábanas, el sabor de sus embriagantes labios y la sensación de sentirse llena de él cuando se volvían un solo cuerpo, sentir su fuerza y su calor mientras él la reclamaba... pero también estaban esas tontas charlas mientras comían, las ridículas peleas por detalles insignificantes, el apoyo que le brindó y le seguía dando, todo eso la hacía querer estar a su lado, pero también le dolía.

Razones Equivocadas (Disponible en Amazon como original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora