La claridad del amanecer apareció molestando sus ojos cerrados. Kagome frunció el ceño y soltó un suave quejido incómodo, quiso girarse pero al sentir un peso sobre su cuerpo que le impidió tal acto, abrió los ojos despacio, para terminar sorprendida.
-¡Dios!- mencionó del mismo modo, y casi con miedo de despertar al semidesnudo sujeto que dormía prácticamente sobre ella.
Bankotsu gruñó molesto al oírla pero no se despertó. Kagome sintió la respiración pausada y caliente del moreno en su cuello al estar abrazándola por la cintura y con una de sus piernas entre las de ella. Abrió la boca al comprender que iba a ser sumamente difícil de escapar de ahí sin despertarlo.
"¿Qué hice?" se preguntó preocupada "me quedé con él, como me lo pidió" Negó en silencio sin terminar de comprenderlo... solo bastó que Bankotsu la besara para que ella le correspondiera despacio. Había terminado envuelta entre sus sábanas y semidesnuda a su lado. Su rostro ardió en vergüenza... Se suponía que el ebrio era él y no ella ¿qué demonios le estaba pasando? ¿por qué se dejaba llevar de ese modo, con él?
Con suma delicadeza alzó la mano con la que la abrazaba y cerrando sus ojos por el nerviosismo, la colocó sobre el propio costado del joven, esperó unos momentos para sentarse y zafar su pierna de entre las de él... el frío matutino la abrazó en ese instante.
-Debo irme- se dijo para levantarse despacio y sin perder tiempo, buscó en el suelo y a orillas de la cama, la ropa que Bankotsu le había quitado mientras la besaba, su piel volvió a erizarse solo de recordar los besos del ojiazul cuando se posó sobre ella y las suaves caricias que le brindó... volteó a ver al joven que se había movido incómodo entre su sueño y sonrió; extendió una cobija y con cuidado lo cubrió. Bankotsu había sido tierno la noche anterior, tanto, que ella había amanecido con él.
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Una suave melodía escapó de entre su bolso alertando a la pelinegra que buscó con prisa el aparato que la emitía; apretó los ojos y frunció los labios al sentirse en un problema.
-¿Hola?- saludó nerviosa a su amiga.
-Kagome ¡diablos! ¿dónde demonios te has metido?- escuchó la exaltada voz de su casi hermana del otro lado de la línea.
-Tranquila Sango.- habló observando de reojo al chofer del taxi, pues juraba que podía escuchar la voz de su amiga desde su distancia. -...ya no pude avisarte, pero dormí en mi casa...-mintió -...se me hizo tarde con Bankotsu y no quise molestarte otra vez.
-¡¿Qué?! ¿Y por qué demonios no me avisaste?-reprochó la otra.
-Lo siento yo...
-¿Sabes qué, Kagome?... me alegra que estés bien, pero me debes una gran explicación. Nos vemos más tarde.
-¿Qué?... me colgó.- se dijo sin terminar de creerlo al ver el aparato brillar anunciando tal hecho. Kagome mordió su labio nerviosa para terminar suspirando cansadamente "Bueno, supongo que sí le debo una explicación" pensó luego de ver en su móvil la gran cantidad de llamadas perdidas y mensajes de Sango. Tendría que contarle que algo subido de tono pasó con Bankotsu, para que su historia tuviese credibilidad... Sango se molestaría un poco, pero terminaría por perdonarla después de prometerle que no lo volvería a hacer. Estaba segura.
-Llegamos- la gruesa voz del chofer la sacó de sus pensamientos.
-¡Oh! gracias- dijo y buscó en su bolso una cantidad de dinero que cubriera lo marcado por el taxímetro, y bajó de ahí.
El sol la obligó a cerrar sus ojos y caminó despacio hasta el intercomunicador en la entrada.
-¿Si?- respondieron del otro lado.
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Razones Equivocadas (Disponible en Amazon como original)
FanfictionKagome había llegado a su primer día en la universidad con sus ilusiones en la mano, siempre sosteniendo el sueño de que ella e Inuyasha se casarían, como alguna vez de niños juraron. Por eso verlo besando a Kikyo, una hermosa y atractiva chica, la...