Rencor

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*

Bien, si yo estuviera cuerdo, tampoco mataría.... Creo. Camine en la ciudad sin rumbo aparente hasta que llegue a una casa que me cautivo. Se notaba que esa familia era de clase media, estaba bien adornada con.... ¿Luces navideñas?.... ¿Qué mes es? Debe ser finales de noviembre. Me acerque a la puerta. Mi sombra se distinguía perfectamente gracias a toda la colorida decoración. Busque en los costados alguna ventana. No fue tan difícil, vi una con un lindo balcón al estilo francés, me acerque y trepe el muro con ayuda a la enredadera que había. Cuando por fin llegue al balcón mire por la puerta pegando mí frente al cristal. El cuarto era para una princesa, todo era rosa, y había una cama perfectamente acomodada en donde se podía ver un bulto, que supuse era la niña. Con cautelo logre abrir la puerta y la cerré casi inmediatamente después de mi paso.

Camine a la cama con sabanas rosas. Una niña de unos 7 años dormía ahí, sus cabellos rojizos parecían hechos de sangre y combinaban con su pijama. Me quede viéndola unos segundos más, No la mataría, era apenas una niña.

Salí de su habitación, en el pasillo había mil cuadros, algunos eran de fotos familiares, Un adolecente de unos 15 años, una madre pelirroja y un padre moreno y esa niña, note sus ojos color esmeralda. La tentación me hizo ir de regreso al cuarto de la niña. Me puse en cuclillas cerca de la niña, sin duda crecería y seria hermosa, sus cabellos estorbaban para poder contemplar su rostro. Retire los cabellos de su rostro, la niña se movió.

-Hermanito... no... no me toques- La niña tartamudeo entre sueño.

Por algún motivo me llene de rabia ¿acaso a esa pequeña le pasaba lo mismo que le paso a Alexandra?

-¿Por qué no quieres que te toque?- Le susurre intentando no despertarla.

Ella hizo un sonido como de sollozo.

-Me... lastimas- Esas palabras me dejaron frio. Apreté los puños con fuerza.

-No te volveré a hacer daño, princesa- Susurre y Salí de la habitación.

Iba caminado en silencio por el pasillo pensando en el desgraciado de su hermano. Tal vez me costara encontrar al imbécil del primo de Alexandra, pero con este me desquitare por el momento. Me detuve frente a una puerta decorada muy al estilo de adolecente rebelde. Un montón de carteles de precaución y no entrar adornaban la puerta, puse mis dedos en la perilla y entre al cuarto.

Lo primero que vi fueron los posters de bandas de rock y metal pegados en las paredes. Sonreí, me recordaba un poco a la habitación de mi adolescencia. Camine hacia la cama y vi al chico pelirrojo despeinado. No hable mucho, solo acabe con su vida de una forma rápida hundiendo mi cuchillo en su vientre y viendo como el adolecente comenzaba a escupir sangre. Sus ojos verdes se me quedaron sin brillo poco a poco y me recordó a esa horrible noche donde mate a mi mejor amigo, a mi hermano Liu. Me hubiera gustado torturarle pero, el despertó y estuvo a punto de gritar.

Salí de la casa por la puerta principal eh hice lo de siempre, informar de mi crimen por un teléfono público.

Cabizbajo regrese al edificio departamental. Entre por el pasillo, iba pensando en el chico al que acababa de asesinar. Jamás le había dado importancia a un violador, de echo estoy consciente de que yo hago cosas peores pero ahora me causaban náuseas y un repudio impresionante. Sentí que esa gente no tenía ni el más mínimo derecho de a vivir.

Por fin llegue al departamento, entre sin nada más y fui directo al cuarto en cautela, no deseaba despertar a Alexandra, pero me lleve una sorpresa cuando entre.

Los mas buscados -Jeff the killer-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora