Castigo.

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-¿Te doy miedo?-

-De nuevo esa pregunta...- suspire –No me das miedo tu... me dan miedo tus posibles actos ¿a qué viene la pregunta?- Le respondí subiendo mi mirada al cielo.

-Nada en especial... pero soy un asesino, deberías temerme.-

-Pues sí, pero creo que comienzo a acostumbrarme a tu peligrosa forma de ser.-

Nos volvimos a quedar en silencio un rato hasta que Jeff se puso de pie y me jalo del brazo hasta llegar a la casa.

-Vamos a dormir, es muy tarde...- Gruño Jeff.

-Si quieres, hoy duermo en el sofá....- Le estaba diciendo a Jeff pero me interrumpió.

-Pon la mano, las esposas fueron muy útiles.-

*

Nos cabíamos y después la volví a esposar a mí, esa era la única forma en que protegía mi libertad y mi vida. Solo la quería a mi lado por eso ¿no?

Nos acostamos y quedamos de frente, ella evitaba verme a los ojos y poso su vita en mi pecho, yo le miraba el rostro. Un rostro como de muñeca, piel morena clara en la que destacaban cientos de pecas por la zona de la nariz y mejillas, ojos cafés tan profundos que penetraban en mi pecho más que una bala, largas pestañas negras rizadas, su pequeña nariz, y esos labios de muñeca, pequeños y redondeados con esa tonalidad roja tan peculiar.

Alexandra noto mi mirada recorriendo cada centímetro de su rostro.

-¿Qué tanto me miras? Es incomodo....- Hablo.

-Estoy contando tus pecas, pecosa- Dije riendo nervioso. Eso me había incomodado más a mí que a ella.

-Nunca acabaras ¿sabes?- se rio tímidamente.

-Nada pierdo con intentarlo...-

Ella cerro sus ojos y se acurruco sobre la almohada, en unos minutos se había quedado dormida. La contemple hasta que el sueño me gano.

-Jeff despierta, están tocando la puerta-

Abrí los ojos, Alexandra estaba sacudiéndome y casi sobre mí, me senté en la cama y saque la llave para desempozarla.

-Corre, no abras, si preguntan di que estoy dormido.- y me tape de pies a cabeza

*

Me levante de la cama descalza y camine a la puerta, me pare en puntillas para ver por el picaporte. Del otro lado de la puerta estaba Daniela. Abrí.

-Buenos días Alex... ¿Cómo están?-

-Bien Daniela, ¿y tú?-

-Bien gracias, creí que no habían regresado anoche- Se rio.

-Sí, regresamos algo tarde...- Dije llevándome una mano a la nuca.

-Bueno... quería ver si tenías azúcar- Me mostro una taza.

-Claro... pasa siéntate y te la doy...- Le dije dejándola pasar.

-¡Pecosa! ¿Quién coño era? ¿Ya se largó?- Grito Jeff desde la cama

-No Jeff... Esta Daniela la vecina....- Dije. Note la cara de incomodidad de la vecina.

-¡Alexandra, ven acá!- Grito de nuevo.

Le pedí a Daniela que me diera un segundo y fui a la recamara a paso lento y cabizbaja. Entre a la recamara.

-Cierra la puerta, pecosa- Jeff se puso de pie. –Entiende una cosa, pecosa, ¡No le abras la puerta a nadie sin mi autorización! ¿entiendes?- Jeff me estaba zangoloteando de los hombros.

-Si Jeff... tranquilo-

-¡No me digas que me tranquilice!- Me grito. Respiro hondo y me soltó. – Eres una maldita tonta, no vuelvas a hacer una mierda de esas sin antes avisar...- Regreso a la cama. –Me llamas cuando se largue... te toca castigo-

Trague saliva y Salí de la habitación con cara de regañada ¿Qué clase de 'castigo' me pondría ese idiota?

-¿Todo bien?... se escuchó un grito-

La interrumpí antes de que terminara.

-Si... eso creo, gracias por preocuparte- sonreí débil- Dame la taza, la llenare.-

Daniela me la dio y camine a la cocina, abrí la bolsa del azúcar y saque un poco con la taza. Se la devolví.

-Gracias Alex.... Si necesitas ayuda dime-

-De nada- Me quede en silencio un momento guiándola a la puerta

–Nadie puede ayudarme, estoy atrapada aquí....- Dije cerrando la puerta después de que Daniela había salido.

Camine a la sala y me senté en el sofá, no quería ver a Jeff, no quería ni pensar lo que sería capaz de hacerme a modo de castigo. Estaba subiendo mis pies a sofá para abrazar mis rodillas cuando escuche la puerta de la habitación abrirse de un portazo.

-¡Alexandra Oster!- Sonó su voz. Desde que mi madre murió, jamás me había dado tanto miedo que alguien pronunciara mi nombre completo de ese modo.

-Ven aquí, pequeña desobediente...- Gire mi cabeza. Jeff traía un cinturón en las manos.

Rápidamente, escondí mi cabeza entre mis rodillas.

-No... No me dañes.-

-Vamos.... Solo quiero jugar un poco- Me dijo pasando el cinturón a modo de correa alrededor de mi cuello. Yo comencé a llorar.-No llores, pecosa, no te lastimare.... Tanto- dijo susurrando lo último.

Comenzó a tirar del cinturón haciéndome poner de pie. Solté un grito débil.

-¡Cállate!- me dijo acercándome a él y tomándome por las mejillas, como era su costumbre. Intente guardar silencio y deje que mis llantos se ahogaran en mi garganta. Jeff me arrastro hasta el baño.

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Los mas buscados -Jeff the killer-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora