Capítulo 4: Coches y habitaciones.

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Lucía paró el coche, guardó las llaves en su bolso y sacó su teléfono móvil. Era un móvil táctil de última generación. ¿Por qué no me sorprendió todo su dinero? Me pasó el móvil y me dijo que le apuntara mi número en la agenda y ella me apuntaría el suyo en mi agenda. Le di mi móvil, pero pasé un poco de vergüenza porque el mío parecía de rebajas en comparación con el suyo, que parecía de pasarela de modelos. Cuando nos devolvimos los teléfonos, me quité el cinturón y salí del coche. Estaba aparcado en un amplio garaje. Parecía que cada uno tenía su propio coche. Eran endemoniadamente ricos y a mi lo único que se me pasaba por la mente en ese momento era ver las habitaciones de cada uno de ellos. Cerré la puerta del descapotable mientras admiraba una moto plateada que estaba al otro lado del garaje. Era la única moto que había, y era la más elegante que había visto en mi vida.

-Esa es la moto de Julio, ¿te gusta verdad?- me dijo Lucía, que de repente estaba detrás de mi.

-Bastante, es realmente preciosa- dije mientras apartaba la vista de la moto y me giraba para mirar a Lucía. Ella dio un paso hacia atrás, ya que se había puesto tan cerca de mí que había dicho eso susurrándome al oído. Entonces noté que ella aún no se había quitado nada-. Lucía, ¿tú alguna vez te quitas eso?

-Tranquila, cuando entremos en la casa me lo quitaré. Es por el sol.

-Vale. Todos tenéis coche propio, por lo que veo.

-Sí, todos tenemos un coche. El todoterreno es de M- iba nombrando los coches según estaban aparcados desde la moto hasta nosotras-. El Ford plateado tan elegante es de Carmen. El Mercedes negro es de Roberto. El Volvo azul marino es de Carlota y ese Porsche rosa fucsia es mio, aunque quiero pintarlo de blanco o de gris claro porque el rosa fucsia es demasiado llamativo. Julio aún no ha decidido qué coche quiere tener, así que por ahora usa la moto cada vez que quiere salir.

-¿Y entonces de quién es el descapotable en el que hemos venido?

-Carlota se enfadará conmigo si te lo cuento, pero me da igual. ¡Sorpresa! Es tu regalo de bienvenida a la familia. ¿Te gusta?

-¿Cómo supisteis que quería un coche así?

-Carlota miró tu perfil de tuenti y vio el comentario junto a una foto en la que aparecías tú al lado de un descapotable como este. Dijo que habías puesto que te gustaba mucho y que te ibas a comprar uno igual dentro de unos años. Como ella creía que te daría tiempo suficiente para aprender a conducir antes de que te ocurrieran estas cosas, creyó que te hacía un favor y un bonito regalo de bienvenida al comprártelo.

-Pues es una pena que yo aún no sepa conducir. Me faltan 3 años.

-No importa, por ahora si quieres ir a algún lado y presumir de tu coche, puedo llevarte yo. Seré una especie de Chófer.

-De acuerdo. Bueno, salgamos ya del garaje y vayamos a ver la casa.

-Así me gusta. Ven.

Me cogió de la mano y salimos por una puerta al jardín. Aquí hacía menos sol que en Écija. Era una especie de casa de 3 pisos pintada de blanco. Era preciosa, una especie de mansión en mitad de un campo. Aunque no se parecía mucho a un campo, porque eran todo pinos, abetos, encinas y algunos manzanos. La casa estaba en un claro de ese extraño bosque. Lucía no se paró, me llevó rápidamente a la puerta de la casa, la abrió y entonces dijo:

-Bienvenida a tu nuevo hogar.

-Lucía, yo me voy a quedar un día, nada más. Yo voy al instituto, ¿sabes?

-Roberto puede darte clases si quieres. Lo mejor sería que tú dejaras el instituto y te mudaras con nosotros. Lo mejor para ti y para el resto del mundo, por supuesto.

Ocaso (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora