Capítulo 9: Color al sol.

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Cuando llegó la pizza, estaba fría. El repartidor se había perdido. No le culpé, no era culpa suya que una chica vampiro le hubiera pedido una pizza a domicilio en el quinto pino.

Había una cosa que me rondaba la mente. ¿Qué era lo que les pasaba a la luz del sol? No tenía ni idea. A mí no me pasaba nada. Pero quería ver a alguno de ellos a la luz del sol. Mientras me terminaba la última porción de pizza, decidí preguntárselo.

-Oye, Carmen. Tengo una pregunta.

-Dímela- me respondió, mientras me pintaba las uñas. Me las estaban pintando plateadas y luego les pondrían corazones de color cereza sobre el fondo plateado. Se suponía que si Julio se fijaba en mis manos, descubriría que quería decir.

-¿Qué os pasa cuando os mostráis a la luz del sol?

-Nuestra alma queda descubierta.

-No lo entiendo.

-Nuestra piel se muestra del color de nuestra alma. Por ejemplo, Lucía parece una frambuesa con patas cuando le da el sol.

-Color rosa oscuro. Ahora entiendo lo del coche y su habitación.

-Yo no soy la peor- se quejó Lucía-, Carmen parece una tableta de chocolate con leche, M parece un chicle de menta, Carlota parece una rosa roja y Roberto parece un limón.

-¿Y Julio?

-Julio parece una estatua de plata. Es precioso, pero un poco metálico.

-¿Y entonces por qué me habéis puesto a mí el color cereza? A mí no me pasa nada con el sol.

-No es por tu piel, es por tu sangre.

-Ya. Como yo soy medio mortal, me ponéis un tono de rojo.

-¿No te gusta el cereza?- preguntó Lucía, muy preocupada.

-Me encanta el cereza. Es precioso.

-Si hubiéramos sabido quién eras antes, te habríamos puesto el dorado.

-¿Cómo que quien soy? Yo soy solo una chica mitad vampiro. No entiendo por qué de repente me tratáis así.

-Mañana lo comprenderás. Por cierto, ¿cuándo es tu cumpleaños?

-El 13 de abril.

-Perfecto- dijo Lucía. Seguramente pretendía hacerme una fiesta de 15 cumpleaños-. ¿Cuál es tu sabor de tarta preferido?

-El chocolate- le respondí. El día de mi cumpleaños me haría una fiesta, pero yo no lo impediría. Ahora solo podía pensar en Julio y en que al día siguiente por fin le conocería. Seguramente Carmen y Lucía me arreglarían demasiado, pero no me importaba.

Bostecé. Tenía mucho sueño, aunque me hubiera tomado toda la Coca-cola para aguantar viendo la película. Mi bostezo llamó la atención especialmente de Carmen.

-¿Quieres irte ya a dormir?- me preguntó con su voz dulce y suave. No me parecía nada justo que ellas no tuvieran que dormir.

-No, estoy perfectamente.

-Te caes del sueño, Ana. Lucía, ayúdame a subir a Ana a su cuarto.

Me subieron en seguida. Carmen me tumbó en mi cama y me tapó con la suave colcha. Me susurró buenas noches y se sentó en la silla del escritorio para verme dormir.

Tuve un sueño muy raro. Yo estaba en el parque y había un chico andando a mi lado. Iba a girarme a hablar con él, cuando me desperté. Era Carmen la que me despertó.

-¿Por qué me levantas tan temprano?- le dije, enfadada.

-¿Temprano? Son las 10 de la mañana, Ana. Recuerda que hoy viene Julio.

Ocaso (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora