Decidí ir al comedor y hablar con Manuel. Al menos él sí que me hablaba.
Fui al comedor y me senté en el sofá al lado de M. Él estaba sentado junto a Carmen y tenía su brazo derecho por encima de los hombros de ella. Olfateó el aire antes de hablar.
-Vaya, ¿quién diría que la situación se volvería del revés?
-Antes era el novato y ahora la rarita- dijo Carmen.
-¿De qué estáis hablando?- les pregunté yo.
-M, cuéntaselo tú. Yo no se lo podría contar sin reírme o marcharme.
-Vale, cielo. Como gustes. Ana, lo que ocurre es que antes de que tú vinieras Julio se pasaba todo el rato en tu cuarto. Él lo decoró casi todo. Lo único que les dejó hacer a Carmen y Lucía fue el vestidor.
-¿Y qué tiene que ver eso conmigo?
-Que ahora eres tú la que se pasa todo el rato en el cuarto de Julio.
-¿Cómo lo has sabido?
-Apestas a Julio- dijo Carmen.
-Bueno, vale. He estado leyendo y escuchando música en su cuarto. Su olor me relaja.
-¿Su olor? ¿Esa peste te relaja?- dijo Carmen.
-Lo mismo que a ti te gusta el tufo repugnante de M.
-Cielo, ya sabes lo que dijo Carlota. Dale tiempo- le dijo M a Carmen-. Ana, lo que Carmen quiere decir es que a ella le atrae más mi olor porque somos almas gemelas. Como te pasa a ti con Julio. Aunque Carlota hizo trampa, porque le dejó oler tu aroma a Julio antes de que tú pudieras oler el suyo.
-Vale, lo que tú digas. Ahora tengo demasiada hambre para discutir.
-¿Tienes hambre?- preguntó Lucía desde el último escalón de las escaleras.
-Bastante, pero he mirado en el frigorífico y no hay comida, solo hay sangre.
-¿Y qué esperabas encontrarte?- dijo Carmen, riéndose.
-Cualquier cosa antes que sangre.
-No le hagas caso a Carmen- dijo Lucía- es una envidiosa. Te envidia porque tú puedes alimentarte de comida humana y ella no puede. ¿Quieres pedir comida para llevar?
-Sí, me apetece una pizza campesina y una botella de Coca-cola.
-Pues llama a donde quieras y pídelo.
-No puedo. No sé qué dirección darle y no tengo dinero para pagarlo.
-¿No le has dado su dinero?- le preguntó Carmen a Lucía.
-No he tenido oportunidad- se defendió ella-. Perdona por no dártelo antes, cógelo- dijo mientras me lanzaba una bolsa llena de billetes de 100 €. La cogí al vuelo. En esa bolsa había como 1000000 de euros en metálico.
-¿Por qué me das tanto dinero?- le pregunté mientras intentaba no desmayarme de la alegría.
-¿Es demasiado?- me preguntó ella, extrañada.
-Es muchísimo.
-Como se nota que es nueva- dijo M riéndose-. Tranquila Ana, terminarás acostumbrándote a ser rica. Eso es lo que nos da Carlota a cada uno cada dos meses.
-Pues gracias supongo. Esto... Voy a llamar al de la pizza. ¿Me decís la dirección?
-Yo te la doy- dijo Lucía, mientras escribía la dirección en un papel. Yo llamé al de la pizza. Le pedí una campesina con doble de queso y unas patatas fritas a parte para acompañar. Cuando me preguntó si quería bebida le dije que quería dos botellines de Coca-cola. Luego le dije la dirección que Lucía me había apuntado en un papel y colgué. La pizza vendría en unos 30 minutos. Como no sabía que hacer, me fui al garaje y me puse a limpiar mi coche. Lavé la carrocería roja y también le cambié las ruedas. Me faltaban 20 minutos para que llegara la pizza.
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Ocaso (Editando)
RomanceFui creada para matar, para vengar una muerte injusta y sobrevivir a la lucha. Estaba pensando eso mientras conducía a 160 km/h e intentaba no chocar. Tenía que encontrarle antes que mi enemigo. Si se enteraba de mi existencia antes de tiempo, perde...