Capítulo 29: Primos

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Toda mi familia estaba de pie. Carlota junto a Roberto, Carmen junto a Manuel y Lucía. Sara estaba sentada en el brazo izquierdo del sofá, sosteniendo la mano de su marido. Él tenía el pelo marrón oscuro y tendría unos 20 años cuando lo transformaron. La otra mujer tenía el pelo un poco largo, rubio y ondulado. Tenía una figura esbelta y grácil, pero estaba apoyada en su esposo como si no tuviera energías. Él era un poco más alto que ella, con los hombros rectos y anchos y el pelo liso corto del color de las hojas de otoño cuando caen de los árboles. El hombre que quedaba era un poco menos musculoso que Julio, de pelo rubio oscuro y rostro casi infantil. Su piel parecía tan suave como la de un recién nacido, pero su cara demostraba que era un hombre muy joven cuando fue transformado, tendría unos 16 o 17 como mucho. Estaba todo el aquelarre sentado en el sofá.

-Julio-dijo Sara-, menos mal que no has tardado mucho.

-No es mi costumbre-respondió él-. ¿Qué os ocurre?

-Antes de decir nada, me parece que lo más justo es presentarle a Ana al resto de mi familia.

-Tienes razón, es lo más justo.

Sara empezó por su marido.

-Él es Eric, mi marido-dijo señalando al hombre que la cogía de la mano. Luego señaló a la mujer rubia y al hombre en el que se apoyaba-. Ella es mi hermana Clara y en el que se apoya es su marido, Jorge. El otro muchacho se llama Javier.

Al oír su nombre, Javier me sonrió.

-Encantado de conocerte.

-Lo mismo digo-respondí.

Sara suspiró.

-Javi, yo que tú no provocaría a Julio.

-¿Por saludarla le provoco? Que posesivo es Julio.

-Sara-dijo Julio-. ¿Qué ocurre?

Sara volvió a suspirar y Javier apartó la vista. No hacía falta leer su mente para darse cuenta de que era algo que tenía que ver con él.

-Hace poco nos instalamos en un frío pueblo de Burgos. Era perfecto para nosotros. El caso es que Clara, Jorge y Javier iban al instituto un día y Javier se encontró con una humana. No la atacó, al contrario, se enamoró de ella. O al menos eso cree. La chica se llama Sandra y también está enamorada de él. Ella aún no sabe lo que somos porque Javi no sale con ella aún. Queríamos saber que opina Carlota de todo esto, porque sé que no es corriente ni seguro que un vampiro se enamore de una humana.

Al oírle decir eso, Julio se relajó. Había estado celoso otra vez.

-Tienes mucha razón, Sara-dijo Carlota-. Sin embargo, si se aman de verdad, superarán cualquier obstáculo. Estoy segura de que Javier podrá controlar sus instintos y ser feliz junto a Sandra. Además, podemos pedirle a Ana que lo compruebe.

-¿A Ana? ¿Cómo lo comprobaría ella?-preguntó Javier, muy interesado.

-Puede ver el futuro. Nos ayudará. ¿Verdad, Ana?

-Por supuesto, Carlota. Necesitaría una foto de Sandra, para concentrarme mejor-les dije a Sara y los demás.

-Toma, tengo una en la cartera-dijo Javi mientras me ofrecía la pequeña foto. Aparecía una chica morena, de ojos grises como el color del amanecer y labios finos y rosados. Tenía una nariz pequeña y graciosa y unos dientes casi perfectos. La piel era casi tan pálida como la de un vampiro. A pesar de todo, era guapa.

-Es muy guapa-le dije a Javi.

-No tanto como tú-me susurró Julio al oído. Sonreí y cerré los ojos, concentrándome bien en su futuro. Vi una boda. Los novios eran Javi y Sandra. Les iría bien. Abrí los ojos y le devolví la foto con una sonrisa.

-¿Y bien?-dijo Sara.

-Tienes que prometerme que me invitaréis a la boda.

-¿Boda?-preguntó Clara-¡Eso quiere decir que les irá muy bien! Te prometo que os invitaremos a todos a la boda, Ana. Aunque seguramente eso no pasará hasta dentro de tres años.

-¿Tres años? ¿Cuántos años tiene ella?

-Casi 16. Está haciendo 4º ESO.

Asentí.

-¿Os quedaréis mucho tiempo, Sara?-preguntó Julio.

-Unos días. Queremos pasar un tiempo con vosotros y conocer mejor a Ana-me sonrió-. Pero tendremos que cazar pronto.

-Este viernes voy a cazar con Lucía y Carmen-le dije-. ¿Queréis venir?

-Claro que sí. Clara y yo iremos con vosotras.

-Genial.

Poco después ya se habían repartido algunas habitaciones. Julio le ofreció la suya a Javier, quien la aceptó de buen grado. Sara y Eric se quedaron en una de las habitaciones de invitados y Clara y Jorge en otra. Pasé la tarde hablando con Sara y Clara. Les expliqué cosas sobre los licántropos y sobre mí misma. Los chicos, tanto mi hermano y mi padre como mis “primos” de Burgos, salieron a cazar. Julio no se fue lejos. Se conformó con lo que quedaba de sangre de reserva. Cuando los chicos volvieron, era tarde y nos fuimos todos a nuestras habitaciones, aunque Julio se vino a mi habitación. Cerré la puerta con pestillo cuando entramos y me giré a mirarle. Antes de que pudiera decir nada, ya nos estábamos besando. Me aparté de él un poco, respirando rápidamente en busca de aire.

-¿Por qué estabas celoso de Javier?-le pregunté mientras ponía mis manos en su nuca y me hundía en sus preciosos ojos dorados.

-El aún no tiene una compañera y el hecho de que pudiera fijarse en ti... me desquiciaba. Siento haber sido tan estúpido.

-Primero estuviste celoso de Andy y ahora has estado celoso de tu propio primo-sacudí la cabeza, riendo-. Nunca he visto algo tan estúpido y romántico a la vez.

Julio sonrió.

-Es porque te amo y me preocupo por ti.

-Lo sé, pero sigue siendo una estupidez-le dije antes de besarle. Me dormí en cuanto me tumbé en la cama. El hecho de que Julio se echara a mi lado y tarareara una dulce nana contribuyó a que me durmiera enseguida.

La semana pasó rápidamente. Andy y la familia de Sara se llevaban bien. Los lobos conocían el bosque como la palma de su mano y nos ayudaron mucho a la hora de cazar. Al final de la semana, los Díaz ( así se apellidaban en la familia de Sara), tuvieron que volver a Burgos. Javier y Sandra estarían juntos para siempre, de eso yo estaba completamente segura. El tiempo pasaba rápidamente. Esperábamos que apareciesen los guardias de Michaelo, pero no aparecieron hasta unos meses después.

Ocaso (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora