Capítulo 22: Nos mudamos.

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Me desperté con la luz del sol dándome en la cara. Miré la hora en el móvil, que estaba en la mesita de noche. Eran las 10 de la mañana y se suponía que yo ya tenía que estar en clase. Mierda. ¿Por qué no me habían despertado? Me vestí rápidamente, vaqueros y jersey verde, me peiné, me puse unas zapatillas verdes y me fui. Esa noche había soñado con un chico de piel cobriza y pelo negro con los ojos verdes. Era como un hermano para mí, aunque yo aún no le conocía. Bajé las escaleras rápidamente mientras me hacía una coleta. Casi me caí, pero Carlota me cogió.

-¿Estás bien, cielo?

-Sí, estoy bien. ¿Por qué hoy no me habéis despertado?

-Hoy quiero hablar de una cosa contigo. Creo que debes leerte algunos libros de historias y leyendas.

-¿Historias y leyendas?-pregunté muy confusa mientras bajaba los escalones que me faltaban y me ajustaba bien la goma del pelo. Carlota me puso un brazo alrededor de la cintura para ayudarme a tenerme en pie y nos sentamos en el sofá.

-Empezaremos con historias de los lobos y luego seguiremos con historias de Michaelo y de su reinado. En realidad no creo que tu tengas ningún problema en aprenderlas-dijo mientras me quitaba la goma del pelo-. Lucía, trae los libros-llamó no muy alto. Al segundo siguiente Lucía ya estaba allí plantada, con un cepillo en la mano derecha y una bolsa en la izquierda. Se acercó a nosotras con sus movimientos de bailarina y dejó la bolsa en la mesa antes de ponerse de pie delante de mí.

-Levántate, te dejaré preciosa.

Miré a Carlota. Ella asintió para darme ánimos. Me levanté y Lucía se puso detrás de mí, peinándome suavemente con el cepillo. Carlota cogió la bolsa y la abrió. Fue sacando libros hasta que no quedó ninguno y Lucía terminó de peinarme. Lucía se puso delante de mí y me ofreció un pequeño espejo cuadrado. Me miré y me sorprendí un poco. Me había dejado todo el pelo desenredado, pero con volumen y me había dejado una de esas melenas de anuncio, solo que algo mejor lograda. Los mechones caían en cascada sobre mis hombros.

-Tal vez debería cortármelo-le dije a Lucía mientras le devolvía el espejo.

-Por supuesto que no-se negó ella-. Me gusta mucho tu pelo como está y no querría verte con el pelo estropeado. Además, ya no cambiarás mucho más.

-¿A qué te refieres?

-Serás más alta, por supuesto, conforme pase el tiempo. Pero tu pelo no crecerá. Cada célula de tu cuerpo es ahora más fuerte y resistente debido a que tu dieta a partir de ahora será sangre y comida humana. Carlota cree que deberemos darte clase nosotros porque ahora vas a crecer mucho más.

-No te entiendo.

-Este fin de semana tendrás físicamente 18 años y no volverás a crecer. Por eso te hemos borrado del instituto.

-¿Que habéis hecho qué? Tenía amigas allí.

-Al final habrías tenido que despedirte de ellas, así que no importa.

Respiré profundamente una vez para calmarme. Luego suspiré.

-Está bien, no pasa nada. Pero recuerdo mi visión y sé que eso no va a ser así. Podré cambiar.

-Lucía me contó tu visión-dijo Carlota-. Es posible que puedas tener hijos, pero solo una vez, según mis investigaciones.

Entonces recordé que aún no había visto a Julio.

-¿Dónde está Julio?

-En el garaje-dijo Lucía-. Haciendo no se qué en la moto para que corra más.

-¿Y los demás?

-Carmen y Manuel están con Roberto arreglando algunos detalles en Galicia. Hemos encontrado un pueblo que está cerca de un río, un bosque y es muy lluvioso. Es perfecto para irnos a vivir allí. Aunque no en el pueblo, sino en el bosque-Lucía se calló de repente.

Ocaso (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora