Capítulo 34: Enferma.

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Lucía siempre había sido mi hermana favorita, pero era complicado que nos pusiésemos de acuerdo en la ropa. Yo quería que fuera práctica, cómoda y elegante a la vez; pero Lucía solo pensaba en que yo estuviera lo más hermosa posible, como si me fuese a ir a una fiesta de gala, o a una boda. Después de un largo rato, nos pusimos de acuerdo en que la mejor opción era: una falda roja con dibujos de flores en la parte baja que no era muy larga, con una blusa blanca, ajustada, de manga larga y unas zapatillas rojas y blancas. La ropa me daba un aspecto refinado pero informal, gracias a las zapatillas. Me cepillé el pelo y lo dejé suelto sobre mis hombros. Cuando solté el cepillo, vi que Lucía sonreía por encima de mi hombro.

-¿Qué ocurre?-pregunté, levantándome y acercándome a ella.

-Julio se pondrá celoso. Le gusta verte con ropa ajustada y fina, como esa blusa. Dice que te da un aspecto sexy.

-No tiene por qué ponerse celoso, aunque debería ponerme ropa así más a menudo, ¿no crees?

-Por supuesto-dijo mi hermana, contenta de que me gustara esa ropa.

A mí se me estaba ocurriendo algo, pero entonces recordé que aún no tenía comprados los coches de Andy y Julio. A mi novio le compraría un Aston Martin plateado brillante y a mi mejor amigo le compraría un Ferrari rojo mate. Había tenido una visión y les gustarían a ambos.

-Lucía, ¿me haces un favor?

-Claro que sí, lo que quieras.

Le pasé una nota y ella la miró, extrañada. Lo había escrito yo. Ponía que tenía que comprar los coches y especificaba exactamente qué características debían tener cada uno. Cuando acabó de leerlo, me miró un poco desconcertada.

-Los pagaré yo, no te preocupes-le aseguré.

-No es eso lo que me preocupa. Tendré que ir en coche al concesionario y también tendré que traerlos, por lo que necesitaría que me acompañaran dos personas.

Lo pensé un momento. Mis padres y Julio quedaban descartados, por supuesto. Decidí que la única alternativa era Carmen y M. Suspiré.

-Ve con Carmen y Manuel, pero cubrid los coches con algo para que nadie los vea, por favor. No tardéis.

-Tranquila, será rapidísimo-sonrió-. Bueno, ¿bajamos?

-Sí.

Estaba un poco nerviosa. No sabía si le caería bien a “la tía Marga”. Lucía se fue delante de mí. Cuando bajé, Julio estaba esperando al pie de las escaleras. Se había cambiado de ropa. Ahora llevaba otros vaqueros, menos gastados, con una camisa a cuadros azul oscuro y blanco abierta sobre su pecho. Debajo de la camisa llevaba una camiseta básica gris. También llevaba unas zapatillas de deporte azules. Cuando bajé el último escalón, me miró sorprendido con los ojos muy abiertos. Luego se volvió hacia Lucía, que estaba sentada en el sofá a la derecha de M y Carmen leyendo una revista de moda, con una ceja arqueada.

-¿Lucía? ¿Puedes explicármelo, por favor?

Lucía levantó la vista de su revista, sin comprender.

-¿Explicarte qué, hermano?

-¿Por qué le has hecho a Ana ponerse esa blusa? Tendrá frío.

Lucía sonrió, pero no soltó la revista.

-Primero: yo no la he obligado a nada. Segundo: todo lo ha elegido ella. Y tercero: no creo que vaya a tener frío, va a estar con la familia de Andy y los lobos pasan calor incluso si solo llevan ropa de verano. Así que cuida tus palabras, querido hermanito.

Dicho esto, volvió a leer su revista de moda.

Julio me miró con los ojos entrecerrados.

-¿Tú has elegido esa ropa?

Ocaso (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora