Capítulo 3: Lucía

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Tal y como me pidió Carlota, cronometré a su hija. Justo 5 minutos después, vi llegar por la carretera un coche magnífico. Lo más seguro era que fuera carísimo. Era un descapotable de un color rojo brillante precioso. Tenía la capota negra echada. En ese mismo momento, alguien salió del coche por la puerta del conductor y se acercó a la verja del parque. Yo estaba muy nerviosa, pero me acerqué a la verja también. Estaba tan emocionada, que no me esforcé por controlar mi velocidad. Aunque me di cuenta en seguida de que algo raro pasaba con esa persona, porque había ido muy rápidamente hacia la verja, casi tan rápido como yo. Cuando estuvimos realmente cara a cara, con la verja en medio, me di cuenta de que era una mujer. Una mujer realmente joven. Tendría como unos 18 o poco más de eso. Aunque apenas se le veía la cara de lo tapada que iba. Solo era septiembre, y ella ya llevaba guantes, unos guantes azul marino que le llegaban hasta los codos. Llevaba una blusa negra preciosa, unos vaqueros largos y unas botas negras que le llegaban hasta la rodilla. Y la cara quedaba totalmente oculta por un pañuelo de seda azul marino y unas gafas de sol enormes. Era raro, parecía que quería quedarse oculta del sol, que no rozara lo más mínimo su piel blanca como la de Carlota. Me preguntaba si todos los de su familia tenían la piel así cuando habló con una voz tan suave como la seda y tan dulce como el chocolate.

-Hazte a un lado si no quieres que te aplaste.

La obedecí inmediatamente. Di 4 pasos hacia atrás y ella empezó a trepar por la verja. Cuando estuvo en lo más alto, se sentó tranquilamente y me dijo:

-Carlota me lo ha contado todo, pero ella esperaba que esto te sucediera dentro de unos meses y no más rápido. Está realmente preocupada por ti. Tanto que ha aplazado el viaje de caza. ¿Es que no podías haber esperado a las vacaciones de Navidad?

-Si yo pudiera decidirlo, lo habría aplazado al año que viene. Me estoy asustando por lo que me está pasando y tú te lo tomas a chiste.

-Lo siento mucho, ¿vale? Es que Carlota no sabe si es seguro contártelo, así que quiere tenerte cerca y hablar contigo. Aunque le he prometido que tú no correrás peligro alguno conmigo, lo máximo que he conseguido que se retrase es un día. Sé que no es mucho tiempo, pero podré conocerte mejor. Intenta no escaparte de casa, ¿de acuerdo?

-Entonces, ¿cuándo volverá Carlota?

-Ella y los demás volverán mañana sobre el mediodía. Necesitaba cazar y entre todos la hemos convencido de que se quede un solo día más. Creo que ella ve en ti la hija que nunca podrá tener.

-Oye, no entiendo nada de lo que me dices, ¿vale? Así que hazme un favor: baja de ahí y explícamelo.

-Te lo explicaré- aceptó mientras bajaba de un salto al suelo de piedra del parque-, pero solo cuando Carlota me de permiso, ¿trato hecho?

-Trato hecho, ¿pero me puedes hablar al menos sobre tu familia?

-Sí, te contaré todo lo que desees saber- dijo, al parecer muy contenta de que yo sacara el tema-. Carlota no mencionó nada sobre no contarte cosas de la familia, solo me dijo que no te contara nuestro secreto, nada más.

-Bien, porque tengo como mil preguntas que hacer y necesito respuestas.

-Te contestaré a todas las preguntas que hagas, pero en el coche, ¿vale?

-Vale, jefa- dije de broma- pero, ¿cómo vamos a salir de aquí?

-¿Es que no me has visto entrar?

-Yo no trepo.

-Si que trepas. Carlota dice que tú eres muy parecida a nosotros, y si eres tan rápida como nosotros y quieres ser una de nosotros, vas a tener que salir de aquí trepando. No es tan difícil. Además, te va a hacer mucha falta ser tan ágil como yo.

Ocaso (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora