Cap.30- Por nosotros.

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"Quisiera tener la certeza de que te voy a ver mañana y pasado mañana y siempre en una cadena ininterrumpida de días; que podré mirarte lentamente aunque ya me sé cada rinconcito de tu rostro; que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente." -Elena Poniatowska. 



La tarde se había ido y la luna ya centelleaba, ni siquiera había necesidad de mirar el reloj, todo era calmado y se sentía tan bien tener una compañía a la cual le interesaba cualquier tema y que incluso si había momentos de silencio no eran incómodos, bastaba con mirar al otro directamente a los ojos y que salieran unas cuantas sonrisas.

Nos encontrábamos en la parte más alta de Golondrinas sentados en una banca que había en un gran macetero. La vista era espectacular, la noche estaba oscura y a plena vista teníamos un paisaje conformado por pequeñas casas que se veían así por la distancia, todas iluminadas en columna creando un ambiente agradable, el frío no impedía que disfrutáramos el momento.
Connor se encontraba a mi lado, coloqué mi mano arriba de la suya y la apreté, él me miró sonriendo y los sucesos de hace unas horas invadieron mi mente al recordar el delicioso sabor de la comida de aquél local, después caminamos en la acera agarrados de la mano, aquí todo era tan tranquilo, nos sentamos en una banca que había ahí y mientras recargaba mi cabeza en su hombro una música melodiosa nos acompañó.
Aterricé al presente cuando Connor me dio un beso al lado de mi cabeza, sonreí.
– ¿En qué piensas? –Preguntó.
– En nosotros, en lo tanto que hemos avanzado.
Connor me miró confuso.
– ¿Y por qué piensas en eso? –Preguntó.
– Pues, sabemos cuál fue nuestro comienzo y como a estas alturas todo se ve tan brillante y sincero que sorprende, hasta me escribiste una carta –Dije con emoción evidente.
– Lo sé.
Su sonrisa no llegó a sus ojos y sabía que algo estaba mal.
– ¿Qué sucede? Y no me mientas al decir que nada, es obvio que ciertas palabras están invadiendo tu mente y no es nada bueno –Comenté.
Me miró, había un debate en él, al final decidió decirlo y suspiró.
– No soy el único que te escribió una carta.
Ahora yo lo observé sin entender a qué se refería.
– ¿De qué hablas?
Me separé de él para mirarlo directamente a los ojos, Connor bajó la cabeza.
– Yo quise colocar tu obsequio en el cuarto, pero me llamó la atención ver que en éste había otra caja con una etiqueta que decía "Si abres la caja golpéate a ti misma" –sonrió sin gracia– no es común ver aquél título. Como te dije, realmente estaba intrigado así que abrí la caja.
Por Dios, contuve la respiración, no pudo haberlo hecho, no pudo ver todas las fotos que conservé, todos aquellos mensajes o aquella carta, aquella carta, no, no puede ser.
– Su contenido era sobre nosotros –continuó– buenos recuerdos que permanecían en mi mente con una gran felicidad, fue grato recordar cada suceso que tenemos en común –me miró con tristeza, sabía qué tema quería tocar– toda aquella emoción que creció lentamente en mí al leer nuestras palabras de amor se esfumó en un abrir y cerrar de ojos cuando leí el contenido de la carta que tú misma escribiste, por eso preferí que Doreen y Brandon me hicieran el favor de poner la sorpresa en tu cuarto.
– Connor, yo...
Me hizo un ademán para que guardara silencio.
– Siempre supe que te había herido, tuve que calmar tantas veces mis emociones cuando un recuerdo tuyo se apoderaba de mi mente, traté tantas veces de correr hacia ti para decirte que aún te amaba, pero no era lo correcto. Un día ya no pude estar lejos de ti, eres un imán que me atrae con fuerza, me rendí, dejé que aquella atracción se apoderara de mí y caí rendido a lo que ahora puedo llamar nosotros. Caí en la realidad sobre lo que tú pensabas sobre mí y no mentiré, me sentí como una basura, no, ¡Peor que una basura! ¿Cómo pude haberte hecho tanto daño cuando lo único que quería era amarte?
Su mirada estaba cristalizada haciendo un gran esfuerzo para no llorar mientras que mis lágrimas caían en mi rostro quemándome.
– Escúchame bien –agarré su rostro y no hablé hasta que sus ojos miraron los míos– la primera vez que llegaste a mi vida fue algo fugaz, duró poco pero tan rápido sentí una gran amor, te amé demasiado fuerte y después me dejaste con todo mi amor y no sabía qué hacer con el. No supe cómo manejarlo, todo me lo tomé muy apecho, hice cosas estúpidas pensando que estaba bien, la única manera de desahogarme fue escribiendo la carta, la última vez que la leí me prometí no volver a releerla, no valía la pena, si dije cosas que te lastimaron, lo siento, estaba en un momento de ira y no pude contener ciertas palabras. Debes saber que hubo un momento en el que solo consistía en llorar, pero mira hasta donde hemos llegado, nuestro destino era estar juntos y aquí estamos, en nuestra cita a pocas horas de la medianoche con el viento que se encuentra a nuestro alrededor –Mencioné.
Se acercó y capturó mis labios con un delicado beso.
– Te amo bastante, y si me alejo de ti no será por mi voluntad, somos conscientes que quizá el tiempo esté en nuestra contra, pero eso no debe cambiar las cosas, tenemos que disfrutar cada segundo ¿De acuerdo?
Asentí y lo besé con desesperación. Ya no existía el frío ni los recuerdos tristes.
– Ya tenemos que volver, antes de que sea más tarde –Dijo Connor.
Asentí y agarrados de la mano caminamos hacia donde se encontraba el carro y no sé si llamarlo suerte o lo contrario a la tormenta que de la nada comenzó a caer, tuvimos que cubrirnos en un local de ropa que se encontraba aún abierto.
– No es bueno salir a la calle en esta temporada, niños –Comentó la dueña del local.
La observé detalladamente, tenía aproximadamente setenta años, su cabello estaba hasta el hombro y era totalmente gris, su expresión era cálida, casi siempre las personas de la tercera edad tenían plasmado en ceño fruncido pero ella no, parecía agradable.
– No contábamos con que la lluvia aparecería tan fuerte –Dije apenada.
– Pero aquí siempre pasa eso, casi siempre a media noche el diluvio cae con esa intensidad –nos miró curiosa– no son de aquí ¿Cierto?
Asentimos al unísono.
– ¿Y qué los ha traído hasta acá? –Preguntó, su voz era calmada.
– Una cita –Respondió Connor y llevó mi mano a sus labios, morí por dentro.
Nos sonrió con ternura.
– Una cita, lo mejor que puedes hacer con tu pareja para que no todo sea monótono.
– Podría decirse que es nuestra primera cita –Le comenté.
– Oh, no, y esta horrible tormenta la arruinó –Dijo indignada.
– No, todo ha sido bastante perfecto –Dije.
Miré a Connor y le sonreí.
La señora aplaudió y en sus ojos había un brillo.
– Son bastantes tiernos juntos, hacen una gran pareja.
– Gracias –Respondí.

2 veces sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora