Cap. 24- Nuestro amor

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"En resumen: hay personas por las que perderías el tren por un solo beso, trenes en los que montarías por exactamente lo mismo y es hermoso."- Desconocido. 




Lunes, la clase de cálculo hacía más tediosa la mañana, necesitaba un buen café para despertarme y una pastilla de paciencia. En la noche anterior apenas y había podido dormir, mi cabeza giraba y giraba sobre lo sucedido con Connor la noche anterior ¿Estaba bien si iba y le gritaba un par de cosas? Por ejemplo, cuan herida me sentí cuando se fue sin siquiera despedirse o que no tenía que enojarse al preocuparme por él, todo eso estaba escondido y no podía salir con facilidad, no sabía comportarme ante esta situación, no lo sabía y esto me estaba volviendo loca.
Me dirigí hacía mi siguiente clase la cual era comunicación y en la puerta estaba Connor recargado, entré al aula sin siquiera mirarlo.
– Oye –Agarró mi brazo.
– ¿Qué? –Contesté bruscamente, él frunció el ceño.
– ¿Estás enojada?
Viré los ojos.
– Sí, realmente lo estoy.
– ¿Por qué exactamente? –Preguntó.
Lo miré mal.
– Ayer te fuiste sin decir nada ¿Por qué te enojaste cuando me preocupé por ti?
Los labios de Connor se hicieron una línea.
– Son cosas mías, la verdad es que no debo de darte ninguna explicación.
Me dio la espalda y entró al salón, ya se le estaba haciendo costumbre dejarme con la palabra en la boca, exhalé e inhalé unas cuantas veces para tranquilizarme pero ni eso funcionaba, sentía como mi rostro estaba caliente por el enojo frustrado.

Me senté a dos filas de donde se encontraba Connor, la clase empezó y por más que mi sentido común me decía que pusiera atención a lo que la maestra dictaba, mi mente se aferró en Connor, miré su perfil con el ceño fruncido pero poco a poco me relajé, observé detalladamente sus pestañas medio largas, su nariz recta y sus labios carnosos, su perfil me atraía de una manera que me impresionaba, pero no era únicamente su perfil, era todo él y saber que en este momento estaba a unos pasos de mí me invadió una alegría indescriptible, podía levantarme y caminar para abrazarlo y besarlo como nunca, pero el pensamiento de que él tal vez se iría de mi lado me llegó de golpe, dolía como si miles de personas me hubieran lanzado un puñetazo, dolía mucho, toda mi alegría de hace instantes ya se había convertido en terror y tristeza pura, no quería que se fuera de mi lado, no, yo quería que él estuviera conmigo durante más tiempo, mucho más, me afectaba pensar que quizás de mi vida se iba a marchar.
– Señorita Coleman ¿Se encuentra bien? –Preguntó preocupada la profesora Amy.
Desvié mi mirada hacía el rostro de la profesora, después a los demás alumnos ya que estos me miraban con asombro, iba a preguntar a qué se refería cuando sentí mi rostro completamente empapado, llevé mi mano hacía éste y toqué mis lágrimas, abrí la boca de sorpresa, estaba llorando y enfrente de todos, mi mirada viajó hacía la de Connor y me partió el corazón ver su rostro lleno de preocupación, se levantó de su pupitre y comenzó a caminar hacia donde yo me encontraba, agarró mi mejilla y con su pulgar secó mi llanto, sus ojos estaban en contacto con los míos, sabía que su pregunta era qué me sucedía pero no podía decírselo, más lágrimas se acumularon en mis ojos y ya no aguanté más, salí del salón corriendo e ignorando los llamados de Connor y la profesora.

Llegué al sanitario, comencé a llorar desconsoladamente, me recargué en la pared y me deslicé hasta el suelo, doblé mis piernas y tapé mi rostro, pensar en un mundo sin Connor era doloroso, no sabía qué hacer para que el dolor que estaba en mi corazón se esfumara, ya no quería sentirme de esta manera, realmente deseaba que todo fuera como antes, deseaba que Connor estuviera en las prácticas de la tarde y yo lo mirara en las gradas sosteniendo mi cara con la palma de mi mano, apoyándolo con una sonrisa y transmitiéndole todo mi amor, quería volver a esos tiempos, pero no podía, ahora estaba en un rincón del baño en la escuela tratando de sacar todo lo horrible y trágico de mi vida. No podía detener el llanto, sentía que había llorado bastante pero el dolor no disminuía y mis lágrimas parecían eternas.

–No llores más, te lo suplico.
Alcé mi rostro y me encontré a Connor recargado en la puerta, se acercó a mí,se hincó y metió un mechón de cabello detrás de mi oreja.
– Connor –Susurré.
Él me miró con ternura y sonrió de lado.
– ¿Ya estás mejor? –Preguntó.
Me acerqué a su rostro y capturé sus labios con los míos, no era necesario laspalabras, en el beso quedaba más que claro que estando al lado de él yo meencontraba de maravilla. Ahuequé su rostro con mi manos, las palmas de Connorse posaron delicadamente en mis manos, en mi memoria grabé en secreto este momentoperfecto, me separé de él.
– ¿Sabes que te quiero? –preguntó y no esperó respuesta– Lo hago, te quieroinmensamente, no, te amo Arianna. Perdona si lloraste por mi culpa, nadiemerece tus lágrimas, nunca más vuelvas a llorar por alguien y menos por mí, silo haces pienso en lo estúpido que me comporté contigo hace un año, me prometíno ser ese Connor, ser alguien mejor para ti, ignora mi estado de ánimo, hazcaso omiso si llego a gritarte, no lo puedo controlar por más que quiera –memiró directamente a los ojos– quédate con lo mejor de mí, quédate con el Connorque está perdidamente enamorado de ti.
Limpié de inmediato las lágrimas que se acumularon en mis ojos, aunque éstaseran diferentes.
– Te amo Connor, siempre estaré a tu lado, pase lo que pase.
Sus ojos brillaron y no sabía el por qué, pero mirarlo así era extraño.
– ¿Estás segura? –Preguntó con miedo.
– Más que segura –Le afirmé.
– ¿Qué pasaría si te dijera algo... una noticia que pueda cambiar todo?
Pasó su mano para acomodar su cabello que estaba en perfecto orden.
– Nada cambiara lo que acabo de decir, aunque fuera la peor noticia del mundo–tomé sus manos y las entrelacé con las mías– siempre estaré a tu lado.
Sabía que me lo diría, podía ver un debate en sus ojos, por favor cuéntameloConnor, supliqué mentalmente. Connor abrió sus labios y justo cuando iba ahablar sonó la campana que indicaba la siguiente hora.
–Es mejor que nos vayamos.
Se levantó y me ayudó, di un paso y él me detuvo.
–¿Qué sucede? –Pregunté.
– ¿Segura que estás bien? Podríamos ir a otro lugar.
Le sonreí y le di un suave beso.
– Estoy bien.
Caminamos con las manos entrelazadas y observé como encajaban como una pieza derompecabezas, la sonrisa en mi rostro era inmensa y sabía que nadie podíaborrarla, subí mi mirada y observé de nuevo su perfil con una media sonrisaplasmada en sus atractivos labios, tal vez no era el momento para que meconfesara lo que tanto se había guardado pero eso no me importaba, para todohay tiempo y fue cuando supe que él era todo para mí e iba a disfrutar cada unode los días que estuviéramos juntos, iban a ser días perfectos, éramos él y yo,nada más, ninguna enfermedad o tiempo por contar, solo en este momento éramosnosotros y amaba eso.

2 veces sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora