"La fantasía no es una forma de evadirse de la realidad, si no un modo más agradable de acercarse a ella." -Michael Ende.
No podía describir como me sentía cuando estaba con Connor, el sentimiento seguía siendo el mismo, como el primer día en que lo vi o nuestro primer beso, la sensación de amor seguía igual. Ya había pasado una semana desde que lo dieron de alta aunque todo cambió después de estar en el hospital. Los días buenos eran memorables, los guardaba en mi mente con cariño, deseaba que siempre fueran de esa manera, pero a veces por más que pidieras un deseo no se podían cumplir, siempre hay un lado blanco y uno negro. Aquellos momentos en donde los síntomas de Connor se asomaban en la superficie eran dolorosos y abrumadores, no sabía qué hacer, simplemente esperaba a que éstos pasaran.
El tratamiento era lento, el doctor Khan había comentado que se aumentaría la dosis y que tendría que tomar un nuevo medicamento, era necesario que Connor lo tomara porque no había un solo síntoma sino que eran muchos más. A pesar de eso sabíamos el amor que cada uno sentía hacía el otro y deseábamos que eso fuera un escudo para mantenernos juntos.– Buenas tardes, señora Khan –Saludé cuando ella me abrió la puerta.
– Arianna, querida, pasa.
Entré a la vivienda Khan, ya era costumbre que a las tres de la tarde viniera a su casa para ver a Connor.
– Ya sabes dónde está, sube –Dijo.
Le sonreí y subí a las escaleras directamente al cuarto de mi novio.
– Ya vine – Comenté.
Connor de inmediato me miró, sus labios formaron una sonrisa.
– Viniste.
Fruncí el ceño.
– Por supuesto que vine, siempre lo hago –Comenté y me acerqué a él.
– Pensé que hoy no.
Su voz se volvió un susurro.
– ¿Por qué creíste eso? –Pregunté confusa ¿Qué estaba pasando?
Él no me miraba, volteaba a todos lados pero no a mi rostro, sus manos se movían constantemente, estaban rojas, Connor rápidamente las agarró y las acarició con suavidad, al fin me miró.
– Soñé que te ibas y nunca más volvía a verte –Murmuró.
– Pero eso no va a pasar, estoy aquí –Aseguré.
Traté de tranquilizarlo, me miraba dudoso y al fin se relajó.
– Te creo.
Me acerqué con cautela y lo besé fugazmente, sus ojos reflejaban tristeza.
– ¿Qué sucede? –Pregunté.
Connor miró hacía la ventana y suspiró.
– Estoy cansado de estar en la habitación y no poder salir, amo la navidad y no la puedo disfrutar. Antes era salir a beber ponche, ver las casas alumbradas por las luces navideñas, esperar una hora para que los villancicos comenzaran o mirar el espacio especial que hacen en la plaza con la nieve artificial pintando de blanco el suelo.
Sus hombros decaídos me ponían sentimental, nunca había estado tanto tiempo encerrada en un cuarto pero podía ponerme en su lugar y saber que era desesperante estar solo con cuatro paredes.
– Podemos hacer algo nuevo, será genial –Comenté.
– Tienes razón – Dije sin humor.
Me sonrió, una sonrisa fingida pero sabía que lo hacía para no hacerme sentir mal.Los días en donde no veía a Connor eran cuando él no se encontraba bien y su mamá decidía que lo mejor era no verlo, lo entendía, aunque una parte de mí necesitaba verlo aunque fueran unos segundos. Y sabía que cuando algún síntoma se presentaba y no lo veía, Connor se exaltaba y se sentía herido.
Entré al cuarto tan familiar y de inmediato sentí la mirada de mi novio clavada en mí, sus ojos fríos, mi estómago se encogió por la muestra de recibimiento.
– Hola –Saludé.
Él me seguía observando pero no respondió.
– ¿Qué sucede? –Me animé a preguntar.
¿Acaso había hecho algo mal?
– No viniste a verme –Dijo.
Suspiré, sabía cómo se sentía cada vez que no venía a verlo.
– Lo sé, pero estuviste un poco mal y era mejor dejarte descansar –Comenté.
Me senté a su lado en la cama y traté de agarrar su mano, la alejó rápido de mí.
– No, no.
Negó con la cabeza.
– ¿No qué? –Pregunté.
– No sabes nada –Me susurró con voz ronca.
– Es que no sé de qué estás hablando.
– No sabes lo que siento cuando los síntomas comienzan, trato de calmarme pero ellos son más fuertes. Estos días que no has venido los pensamientos malos me superan –su mirada triste se conectó con la mía– deseaba no irme de aquí o ir otra vez al hospital sin antes haberte visto y puedes pensar que estoy exagerando pero es inevitable decir algo agradable cuando un día estoy bien y después esa sonrisa se transforma en dolor.
Desvié la mirada sin decir nada, el nudo en mi garganta poco a poco se aflojó, comencé a llorar en silencio.
– No quería que lloraras –interrumpió Connor– pero necesitaba decirle a alguien cómo me siento.
– No, tranquilo, te agradezco por decirme cómo te sientes. No me había puesto a pensar sobre tus síntomas, sí, lo he pensado pero de una manera en la cual trato de ponerme en tu lugar.
Su expresión cambió, sus ojos brillaban de una manera desconocida la cual de inmediato se grabó en mí. Mi respiración comenzó a acelerarse por su proximidad lenta y el imán de sus labios me atrajo con delicadeza, en un beso se quedó nuestro dolor momentáneo para darle la bienvenida a una nueva sensación.
Era un nuevo día para verlo, abrí mis ojos ante un recuerdo y decidí darle una sorpresa, sé que eso lo animará, tomo mi celular y llamo a la señora Khan.La mirada cómplice de la señora Khan al abrir la puerta me hace reír, estaba tan emocionada como yo, se acerca a mí y me ayuda con las bolsas que llevo cargando y ambas subimos al cuarto de Connor, toco la puerta y cuando me contesta la abro, me acerco a él y lo beso para después agarrar las bolsas que ocultan la sorpresa.
Lo miro de reojo y su ceño fruncido adorna su cara.
– ¿Puedo preguntar qué sucede? – Habló mientras miraba a su mamá y después a mí.
Las dos no decimos nada y seguimos con nuestra tarea, rápidamente saco la caja de luces y las coloco en la ventana y otras dos en la pared, las conecto con una extensión especial y las prendo, las luces multicolores de inmediato realzan la iluminación. Agarro cuatro bolsas grandes de bolitas de unicel blancas y las esparzo en el suelo, cubro los pies de mi novio con el material, la señora Khan abandona en silencio el cuarto. Agarro mi celular y lo enchufo a una bocina, pongo villancicos y eso hace carcajear a Connor, sabe lo que estoy haciendo. La señora Khan entra de nuevo al cuarto y sostiene tres vasos llenos de atole de guayaba, nos entrega uno a cada quien.
– Dijiste que querías ponche, la navidad pasó y ya no hay, pero el atole es caliente y tiene guayaba también –Le expliqué.
Connor me dedica una sonrisa, su rostro estaba lleno de ternura.
– Gracias por esto, es... increíble. Las amo tanto.
Miró a su mamá y después a mí.Nos sentamos en el suelo blanco y en el fondo los villancicos evitaban el silencio, ninguno dijo nada más, nos enfocábamos en disfrutar de la bebida y la compañía.
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2 veces sin ti
Roman d'amourCreo que cuando conoces el gran amor de tu vida y de repente lo pierdes, llega una gran tristeza que no te deja ver la posibilidad de luchar por el, pero igual creo que hay personas a las que no les importan las adversidades, ni cuantas cosas negati...