Cap. 35- Frase conmovedora

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"Tengo ganas de abrazarte como se hacen las primeras veces; impacientes, cálidas, cerrando fuerte los ojos para que no se nos escape el alma."- Desconocido. 



Los pro y contra, pro y contra, pro y contra, eran las únicas palabras que escuchaba desde hace una hora por parte del doctor Khan. La mamá de Connor estaba sentada a mi lado, su mano se aferraba a la mía como si su vida dependiera de ello, ignoré la queja de ésta al ser apretada tan fuerte. Ahora era tiempo de preocuparse por otra situación, una situación que me daba pavor al igual que unas inmensas ganas de abrir la puerta y salir corriendo del consultorio, pero al recordar el rostro de Connor y sus sonrisas con hoyuelos me hacían volver a la realidad para afrontar las cosas.
– Hay una gran posibilidad de que los espasmos musculares aumenten con el paso del tiempo e irá empeorando, tendremos que ayudarle a sentar o incluso usará una silla de ruedas porque ya no será capaz de hacerlo por sí mismo.
La señora Khan sollozaba por cada palabra del doctor, una de las dos tenía que ser fuerte, ella lloraba por mí.
– ¿Por eso Connor se puso de esa manera? ¿A causa de los espasmos? –Pregunté.
– Sí, esto es involuntario y pasaron de ser dolores leves a intensos.
Otro sollozo por parte de la señora sentada a mi lado, ¿Dónde se encontraba el señor Khan? El nudo en mi garganta no ayudaba mucho.
– He investigado muy profundo sobre este síntoma, la información es poca pero encontré a un doctor que la ha estudiado durante años y descubrí algo nuevo. El tratamiento puede ser con alopurinol, ayudará con el ácido úrico –Dijo el doctor.
Fruncí el ceño.
– ¿Ácido úrico? –Pregunté.
– Las personas con este síndrome tienen muy poca cantidad de una sustancia que necesita el cuerpo para recuperar las purinas. Sin ésta se almacenan niveles subnormales de ácido úrico.
– ¿Y qué pasa con los demás síntomas? –Cuestioné, necesitaba todas las respuestas posibles.
– Solo el medicamento ayudará a desaparecer los demás síntomas, tendremos que ajustar la dosis para evitar la litiasis urinaria de xantina.
– ¿Cuáles son las probabilidades de que funcione el tratamiento? –Preguntó esperanzada la señora Khan.
El Doctor Germán miró el suelo, temía la respuesta.
– No son alentadoras, pero es lo mejor que podemos hacer por él.
La mamá de Connor asintió, a pesar de que su respuesta no fue lo mejor ella estaba conforme, porque ese medicamento era lo mejor para su hijo.
– ¿Cuándo comienza el tratamiento? –Dije.
– Debemos hacerle unos estudios para saber si soportará el medicamento.

Connor se encontraba acostado en una cama, le habían dado un antiespasmódico para calmarlo. Era una imagen aterradora verlo en una habitación de hospital pero me reconfortaba saber que había un medicamento para tratar su síndrome, ponía todas mis esperanzas en él.
Su sonrisa deslumbraba las cuatro paredes, estaba tan alegre, como si lo que había sucedido hace unas horas fuera un simple sueño, nada real.

– Quiero irme de este lugar –Se quejó y agarró mi mano derecha.
– Lo sé, tu mamá está hablando con el doctor y cuando llegue podrás marcharte.
– ¿Sabes qué quiero? –Preguntó.
Negué con la cabeza, sus ojos brillaban por la emoción contenida.
– Un tatuaje –Comentó alegre.
Me quedé quieta ¿Un tatuaje? ¿De todas las cosas que existían él quería un tatuaje?
– ¿Bromeas? –Mencioné-
Él me dedicó una sonrisa y supe que lo decía en serio.
– Sé que suena loco pero quiero hacerlo, claro que en estos momentos no, yo sabré por qué lo hago y en qué momento es adecuado.
– De acuerdo –Dije.
Le sonreí a medias, no pude detener mi pensamiento de un futuro, él tenía en claro lo que iba a hacer, pero no sabíamos si su destino se lo iba a permitir, me odié por haber pensado en eso.

Llegamos a la casa de los Khan, su papá nos abrió la puerta y al instante que Connor entró por la puerta éste lo recibió con un gran abrazo.
– Perdón por no haber estado contigo en el hospital, sabes que salí de viaje y llegué lo antes posible –Dijo.
– No te preocupes, lo importante es que ya estás aquí –Habló Connor incómodo por tanta muestra de afecto.
– Sí, es lo que importa.
Su papá le sonrió.

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