Dentro del edificio había ya unos cincos jóvenes y un hombre maduro, sentados alrededor de una mesa. Lila tomó asiento junto a Green mientras éste último saludaba a varios de los presentes.
El chico del Camaro entró minutos después, escoltado por dos acompañantes. Con espontaneidad, él tomó una silla y la arrastró a la ubicación frente a Lila. A pesar de que ese espacio ya estaba ocupado, eso no le significó inconveniente. El otro muchacho que ya estaba allí soltó un gruñido que delataba su molestia, pero se movió de inmediato para permitir al chico tomar su lugar. Cuando se dejó caer en el asiento, se reclinó contra el respaldo y fijó su vista color ámbar en la joven frente a él.
Debido a la luz que proyectaban las lámparas del cuarto, Lila podía apreciar los rasgos del chico. Su rostro no lucía tan serio como lo hacía momentos antes en la oscuridad de la noche. De hecho, sus labios bien formados y su mandíbula juvenil le daban un aire ameno. Sin embargo, los ojos impasibles tan centrados en ella hicieron que se inquietara.
—Bueno, supongo que recibieron mis notificaciones— El hombre mayor habló con voz monótona, como si tuviera ensayada cada palabra. Sabiendo que se trataba del gobernador de la ciudad, aquello era probable. —Hay una fecha conmemorativa que festejar este mes, no quiero que sus autos ronden por ahí las noches anteriores a ese día. Siguen teniendo prohibido circular por las avenidas principales y cualquier desapego a los acuerdos ya establecidos entre nosotros significará la prisión para ustedes.
Hubo un silencio después de aquellas palabras, a las cuales nadie le prestó verdadera atención. Parecía que ya las habían oído antes, por lo que los presentes no les hicieron caso. Un par de ellos incluso demostraban su aburrimiento. Uno mordía sus uñas distraídamente, Green miraba taciturno la mesa, y el chico del Camaro seguía contemplando a Lila, quien empezaba a sentirse incómoda.
—Entonces ¿Qué noches serán las carreras?— Preguntó el gobernador.
Las carreras clandestinas eran ideales para correrse en Mahogany. La poca concurrencia en la ciudad mantenían en excelente estado los pavimentos, si bien los mismos constituían muchas curvas, eso sólo lo hacía mas emocionante.
El dinero circulaba en esas carreras debido a las apuestas que realizaban los espectadores. En ese ámbito se movía mucho efectivo, por lo tanto, muchas personas. No se podía mantener en secreto algo tan grande, por lo que necesitaban el apoyo del gobernador. El mismo era un corrupto y permitía convertir las calles de su ciudad en pistas ilegales a cambio de un porcentaje de las ganancias.
—Los últimos dos miércoles del mes son ideales— Propuso uno de los muchachos. —La mayor parte de nuestro público no pertenece a Mahogany y esos días entre semana son buenos para traer gente de localidades vecinas.
El resto de ellos asintieron o hicieron vagas exclamaciones de acuerdo. El gobernante anotó con prisa las fechas en su cuaderno y luego cerró la tapa del mismo.
Por fin, los ojos ámbar del chico abandonaron a Lila y se dirigieron al gobernante.
—Quiero la calle Helix — Pronunció de forma adusta.
—No de nuevo, Bieber. Helix nos conecta con otras ciudades, por lo que es concurrida incluso de noche. Además, es el trayecto mas peligroso. No van a correr allí—Sentenció el hombre, levantándose de su asiento.
El resto lo imitó y pronto todos se encontraban descendiendo por las escaleras del edificio.
Green marchaba detrás de Lila, muy cerca de ella. Podía ver por el rabillo del ojo como todavía la atención de Justin Bieber estaba puesta en ellos dos. Se arrepintió de haber sucumbido ante los deseos de su hermana de acompañarlo a aquella reunión. No esperaba que eso captara el interés de Justin. Si bien los encuentros entre ambos muchachos, tanto dentro como fuera de la pista de carreras, solían tener una violenta pelea como desenlace, los rivales solo se ignoraban uno al otro en las reuniones mensuales con el gobernador. Hasta ese día, cuando la mirada misteriosa de Justin se situó en Lila.
Los hermanos llegaron al Volkswagen y se detuvieron junto a éste.
—Pequeña, con respecto al tipo del Camaro... — Empezó a decir Green, moviendo su mandíbula tensa. —...ten cuidado con él. Si alguna vez se acerca a ti, te dirige la palabra o siquiera te roza al pasar, quiero que me lo digas ¿Sí?
Inevitablemente, la situación había provocado curiosidad en Lila. La manifiesta hostilidad entre su hermano y el otro chico, además de la actitud de éste último con ella, habían generado muchas preguntas en su mente.
—¿Él es peligroso, o algo así? —Murmuró la joven, desviando su mirada con disimulo desde su hermano hasta el coche azul aparcado a pocos metros de ellos.
—No, Lila. O al menos no es algo de que preocuparse. Esto no es la mafia. Pero es un idiota y mientras mas lejos lo tengas, mejor.
—¿Quién es?— Interrogó ella, intrigada.
—Un piloto. Justin Bieber. Todo el mundo le besa el trasero y él cree ser el mejor — Explicó el chico, abriendo la puerta del acompañante para que su hermana ingresara al coche. —Solo aléjate de él hasta que se canse de fastidiarme.
—¿Por qué quiere fastidiarte? ¿Y por qué pareces la reina del drama cuando hablas de él?— Lila se estaba divirtiendo a costa del enfado de su hermano, y verla sonreír hizo que él también se alegrara.
—Deja de molestar, enana, y entra al auto.
Antes de que ella acatara la orden, uno de los muchachos presentes en la reunión se acercó a ellos.
—Hola Green ¿Qué hay?
—Hola Cameron ¿El rey desertó de tus servicios esta noche o por qué motivo vienes a juntarte con los plebeyos? — Se burló el aludido.
Cameron dejó escapar una risa silenciosa y echó una rápido vistazo a Justin. Si bien en la carreras solía elegir el bando de éste ultimo para correr, prefería relacionarse con Green fuera de la pista. Su compañía era mas agradable.
—Solo quería saludar— Dijo Cameron, mirando a Lila y mostrando una sonrisa.
—Oh, sí. Esta es Lila. Lila, este es Cameron.
Los dos estrecharon sus manos a modo de saludo mientras Green los presentaba.
—¿Ella es tu...?— La voz de Cameron arrastró la última sílaba, esperando que completaran la frase y esclarecieran sus dudas.
—¡Cam!— Justin Bieber utilizó un alto y profundo tono para llamar la atención de su compañero.
Cameron se disculpó con los Porter y caminó con prisa hacia el Camaro. La mirada dura de Justin lo siguió hasta que pasó por su lado, y luego volvió a observar a Lila una última vez antes de subir a su vehículo.
—Vámonos ya.— Masculló Green, empujando a su hermana dentro del Volkswagen.
-TatianaRomina
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Clandestinos
Teen Fiction"Acelera el motor y no pises los frenos. Esta será la carrera mas difícil de tu vida". * (Prohibida la copia/adaptación/reproducción total o parcial de la obra. Ley de Propiedad Intelectual 11.723. Patente DNDA)