12 km

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Al principio, cuando Lila terminó de revisar a los niños que le asignaron esa noche y chequeó su teléfono celular en el escaso tiempo libre, no respondió a las múltiples llamadas que Kim le había hecho. Últimamente ella le rogaba para que acudiera a las carreras otra vez, y como aquella noche se corría la primera del mes, supuso que quería insistir con eso. Pero, una hora más tarde, al notar que las llamadas se seguían produciendo, se escabulló en el baño del personal para responder.

—Kim ¿Qué ocurre?

—Lila ¡Al fin!... Tenemos un problema. Green está un poco demasiado surtido y necesita atenciones médicas.

—Espera... ¿Qué? ¿Cómo que surtido?

—Le dieron una buena paliza, hermana. No llegó a ganar la segunda ronda (otra vez) y Bieber se mofó de eso. Green se volvió loco y se tiró sobre él.

—¿Se pelearon?

—Casi se matan. Pero descuida, es normal entre ellos, ya me estaba extrañando que no se quisieran arrancar los ojos por tanto tiempo. Como sea, necesito que cures sus heridas.

Lila se tensó y suspiró con fuerza.

—Lo haré cuando termine de atender mis responsabilidades. Green necesita recapacitar con respecto a las actitudes que está teniendo.

—Realmente, Lila, sé que se está comportando como la mierda pero él lo necesita. Bieber le destrozó el rostro...

En ese momento, algunos recuerdos golpearon la mente de Lila. La manera en que Justin cuidaba de Zac con tanta atención, como interactuaba dulcemente con su madre y como conversaba amenamente con su padre. También la forma en que le sonrió al marcharse de la clínica... Lila no podía asociar las ideas en su mente. No podía imaginarlo golpeando a Green de manera brutal.

—Cuando termine de atender mis responsabilidades — Repitió y colgó sin más.

Suspiró y se pasó las manos por la cara repetidas veces. De repente se encontraba agotada. Salió del baño procurando esconder bien su móvil en el bolsillo. La madre de un niño con fractura expuesta esperando a ser operado estaba en la recepción.

—El cirujano aún no ha llegado... — Se quejó.

—Voy a intentar localizarlo nuevamente. Es posible que se encuentre operando en urgencias, no se preocupe, vendrá en cuanto le sea posible — Lila intentó tranquilizarla.

Volvió a descolgar el auricular del teléfono y marcó el número interno de emergencias. La secretaria atendió.

—Hola, soy Porter. Quería saber si el cirujano ya estaba disponible...

—No, aún no. Hubo un terrible accidente de lanchas y está tratando de detener una hemorragia interna, parece que va a tardar otro buen rato... Sin embargo, ya envié el encargo que hiciste.

Lila se mostró confundida. No recordaba haber hecho un encargo.

—¿Encargo de qué? — Inquirió con cautela.

—De vendas y hielo seco, como indicaba el memo que enviaste.

—Oh... bueno... Gracias — Lila titubeó.

—No hay problema. Te avisaré cuando el cirujano esté listo — La secretaria finalizó la llamada.

Lila se quedó sumida en la incertidumbre unos minutos antes de levantar la vista y dirigirla hacia la habitación de Zac. Rodeó el escritorio, caminando hacia la misma, y en cuanto abrió la puerta, frunció el ceño con molestia.

—¿Firmaste en mi nombre? — Acusó.

Justin quitó el hielo seco de su ojo.

—Es lo menos que podía hacer después de que tu maldito hermano me rompiera la maldita cara — Escupió en voz baja.

La chica hizo rodar sus ojos y se acercó a la cama donde él yacía sentado, cerrando la puerta detrás de ella.

—Déjame ayudarte — Se ofreció.

—¿Por qué siquiera crees que necesito tu ayuda, chiquilla? — La tensión del muchacho lo tenía a la defensiva.

—Es lo menos que puedo hacer después de que mi maldito hermano rompiera tu maldita cara — Respondió la enfermera.

Los segundos siguientes se mantuvieron inmóviles, mirándose uno al otro fijamente. Al final, Justin relajó sus músculos y Lila vio sus hombros caer. Él dejó que se acercara a inspeccionar su rostro.

Green realmente lo había destrozado.

Estaba bastante hinchado y todavía brotaba sangre de varias heridas. Lila contuvo la respiración, sin poder creer que su hermano había hecho aquello.

—Que... — Lila jadeó, sin encontrar un adjetivo que fuera suficiente para exclamar su horror.

—...animal — Continuó Justin. —Mis compañeros tuvieron que arrancarlo de mí... Juro por mi vida que esto no va a quedar así, Porter va a pagarlo duro — La ardiente furia que brotaba en sus palabras hizo estremecer a Lila.

La joven prosiguió a limpiar sus heridas con desinfectante en absoluto silencio. Sus ojos estaban cargados de lágrimas pero se negaba a derrarmarlas con la mirada atenta de Justin puesta en ella. Al tiempo que terminó su trabajo y le indicó que se pusiera el hielo seco sobre los golpes, ella también estaba enojada con Green.

—La hinchazón se irá en la mañana, probablemente, pero los moretones perdurarán bastantes días — Explicó con la voz contenida.

Justin aún la estaba observando con su expresión impertérrita. La chica se giró, dispuesta a irse, cuando oyó el murmullo que el chico emitió:

—Gracias.

Se irguió, tomada por la sorpresa. Volvió a enfrentar al muchacho y soltó:

—De verdad, lamento lo del robo. Ni siquiera he tocado el dinero, voy a devolvértelo. No sé en qué estaba pensando... — Se disculpó con urgencia.

Una sonrisa bailó en los labios de Justin, como si estuviera recordando algo muy gracioso. Al final la reprimió y dijo:

—No necesito el dinero, quédatelo si quieres... — Echó un vistazo alrededor de la habitación y agregó: —Pero necesitaría un lugar donde pasar la noche. Estaríamos a cuenta si me dejas quedarme aquí.

Lila asintió, dirigiéndose a la salida.

—Y prometo no firmas más memos en tu nombre, chiquilla.

La aludida volvió a poner su atención en él, irritada.

—¿Cómo sabías incluso cuál era mi firma? — Espetó.

Pero Justin ya estaba tumbado en la cama con los ojos cerrados y falsos ronquidos escapaban de su boca. Lila rodó sus ojos otra vez y cerró la puerta de un golpe, exhalando con fuerza mientras oía la risa del chico.


-TatianaRomina

ClandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora