25 km

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Para mantener su amplia oferta académica y ofrecer viajes o cursos intensivos de especialización, la Universidad de Branch no solo recibía ayuda del Estado, sino que organizaba eventos con el fin de recaudar los fondos necesarios.

Aquella celebración de invierno, particularmente, se llevaba a cabo todos los años y consistía en una velada galante, donde los estudiantes compartían conversaciones y bebidas hasta caer la noche, momento en que la música pasaba a ser protagonista y se transformaba en una verdadera fiesta.

La primera etapa de la festividad, mientras transcurrían con tranquilidad las interacciones sociales, Justin Bieber y Lila Porter estuvieron sentados a solas en uno de los tantos sillones blancos esparcidos por el lugar.

Ese día, el chico se había esmerado en arreglar su aspecto para la ocasión, pero las largas mangas de la elegante camisa color crema que había escogido para su vestuario lo empezaron a molestar a los pocos minutos de llegar al lugar. Pronto las había arremangado hasta sus codos y si bien aquello le restaba formalidad a su imagen, Lila pensaba que lo volvía aún más atractivo.

Ésta última, por su parte, llevaba puesto un delicado vestido diseñado para los días fríos, cuya falda portaba marcados volantes y la ajustada parte superior terminaba de forma tal que se podía apreciar la curvatura de cuello.

Más de una vez, Justin tuvo que resistir la tentación de besar aquella parte de la joven, pues se encontraba próxima a sus labios, debido a que se había deslizado en el sofá tan cerca de ella como le fue posible para hablarle al oído, por encimo del murmullo que los rodeaba.

—Y aquel es el corredor más veloz del equipo, pero lo echaron la última temporada porque su examen toxicológico dio positivo— Siguió señalando el piloto, explicando a su acompañante el estereotipo de la Universidad.

—¿Fue drogado a las prácticas?— Preguntó ella, incrédula.

—No. Fue drogado a la propia competición— Justin sonrió a modo de burla.

Lila miró a su interlocutor, con sus ojos llenos de sorpresa. Esa expresión logró que él ensanchara su sonrisa, convirtiéndola en un gesto dulce. Se inclinó para depositar un suave beso en sus labios, el cual la chica tomó con agrado.

Finalmente, cuando los asistentes consumieron suficientes bebidas, una animada voz a través de los parlantes anunció que la pista de baile estaba abierta al público. De inmediato la música comenzó a sonar, provocando que las personas se apresuraran al centro del salón. Después de reproducir unas cuantas de esas piezas modernas, características por su ritmo rápido y juvenil, Lila dejó de danzar y comenzó a reír.

—Justin Bieber— Apuntó con gracia a su compañero de baile. —Eres capaz de manipular pedales con una destreza sublime, pero tus pies no son capaces de seguir el ritmo ni de una sola canción.

—En serio, si observas alrededor, verás que la mayoría de los muchachos se mueven como si estuvieran siendo electrocutados por un cable— Bromeó él. —¿Qué tan mal puedo estar haciéndolo yo?

—Como si a tu cable le faltaran voltios— Se burló ella.

—Ya. Sé que no soy tan High School Musical pero sinceramente, cuando leí la palabra "baile" solo nos imaginé a ti y mi, bailando una canción lenta, moviéndonos suavemente a la luz tenue, y todo eso— Confesó, sonriendo.

Esas palabras acrecentaron el sentimiento de cariño que Lila guardaba por el chico. Cuando estaba cerca de él, esa sensación resultaba tan agradable como el cosquilleo constante en su pecho, pero cuando estaban lejos, solo lograba asustarla. No tenía planeado abrir su corazón nuevamente a alguien, menos en las condiciones dadas a su relación con Justin. Reprimió su ternura.

—Eso pasa en Hollywood, la vida real no es más que un baile envilecido— Expresó.

Al oír esas palabras, los ojos de Justin brillaron con intensidad, incluso en la oscuridad de la pista. Observó con embelesada atención a la joven frente a él, fascinado con ella.

—Bueno, pues....—Murmuró, para al fin determinar: —Al carajo todo, ven aquí.

La tomó de la cintura para acercar sus cuerpos. Se apegaron de manera que sus anatomías enteras estaban en contacto. Ella dejó que su mejilla descansara contra el pecho del chico, quien comenzó a mecerse con suavidad, como si la canción que escuchaban fuera un exquisito lento cuando se trataba de lo contrario. Pero a ninguno de los dos le importó. Ajenos al verdadero ritmo y al ajetreo del espacio, bailaron parsimoniosamente por mucho tiempo.

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Kim observaba la escena frente a ella con evidente estupefacción plasmada en su rostro. Por un momento, dudó de su juicio sin poder creer que aquello que veían sus ojos era real.

Días atrás, Green se había escabullido en uno de sus misteriosos viajes de pesca, dejándola molesta y plantada en sus planes de asistir al baile de Branch con él. Aún así, había aparecido en la Universidad para acompañar a Mary y pasar un buen rato con su amiga.

La fuerte consternación que le causó encontrar allí a su cuñada, Lila, en los brazos del mismo Justin Bieber, fue suficiente para dejarla unos cuantos minutos inmóvil.

—¿Qué ocurre?— Indagó Mary.

Acababa de salir del baño y había encontrado a su amiga con aquella expresión anonadada. Siguió la dirección de su mirada, encontrando el motivo de ésta.

—¡¿Qué rayos...?!— Jadeó, impresionada.

Por el rabillo del ojo, notó el acelerado movimiento de Kim y se giró a ella justo a tiempo para verla teclear en su teléfono celular.

—¿Qué haces?

—¡¿Qué hago?! Voy a contarle a Green— Indicó, enojada.

Mary le quitó el móvil de sus manos.

—No lo hagas. Hace menos de dos semanas casi se matan a golpes. Si Green se entera de esto, realmente va a correr sangre— Echó otro vistazo hacia la pista, donde se ubicaba la pareja y, sin poder evitarlo, comenzó a reír.

—¿De qué te ríes?— Espetó Kim.

—No puedo creer que Lila se tenía esto tan bien guardadito— Siguió carcajeando. —La adoro.

—¡Mary, ¿Estás loca?! ¿No ves lo que esto significaría para Green?

—Oh, vamos. Green es solo un imbécil, como Luke, y como Bieber. Ahora relájate y disfruta este chisme.

—No es gracioso. Probablemente Bieber está usándola... Está jugando con Lila para meterse con Green— Atinó. —No quiero que ese idiota lastime a mi amiga y tampoco a mi hombre.

Mary sopesó esas conjeturas y las juzgó acertadas.

—Oh... ¿Qué hacemos?— Se mostró preocupada.

—Green vuelve mañana de su viaje. Tenemos que encontrarlo y decírselo cara a cara, así podemos estar ahí para calmar su arrebato en el momento— Propuso Kim. —No podemos dejar que este desastre avance hasta llegar al máximo... Green tiene que enterarse cuanto antes.


-TatianaRomina

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