Aquel día, la familia Bieber estaba esparcida por el patio trasero de su inmenso chalet, realizando diferentes actividades. El padre, ubicado en el límite del lago, se encontraba revisando una lancha, buscando reparar el motor de la misma. Su tercer hijo, Justin, se dividía entre ayudarlo y observar a la chica que, unos metros más allá, conversaba con su madre mientras arreglaban los utensilios sobre una mesa en el jardín. El hijo menor, Zac, revoloteaba cerca de ellos, escudriñando las herramientas y hablando animadamente. Al notar que no obtenía la atención de los muchachos, se dirigió a las mujeres.
Hacía menos de una hora que Lila había llegado y la calidez con la que había sido recibida la hacía sentir en comodidad. Zac se acercó a su enfermera y se dedicó a hablar con ella hasta que, diez minutos después, otra mujer hizo aparición en la escena.
Camille Bieber llegó sujetando a un hombre por el brazo y tirando de él hacia el exterior.
—Lamento el retraso. Marcus se quedó dormido otra vez— Explicó, echando un vistazo lleno de reproche a su marido.
Soltando a su pareja, la recién llegada sonrió con amplitud mientras se acercaba a la mesa preparada bajo el cielo. Abrazó a su madre a modo de saludo y sus ojos encontraron a Lila en ese momento. Su expresión se tornó de sorpresa.
—¡Tú debes ser Lila!— Exclamó, separándose de la señora Bieber y acercándose a la aludida. —¡Ay, eres tan bella! Mi hermano me ha hablado tanto de ti...
—Zac también me ha hablado de ti— La joven sonrió, agradecida.
—No fue Zac, fue Justin— Aclaró Camille, ignorando la mano que la otra le extendía y estrechándola entre sus brazos. —¡Sabía que algún día alguien lograría derretir su frío corazón!— Se burló.
—Camille...— Murmuró la señora Bieber, denotando advertencia, aún así haciendo un esfuerzo por ocultar su sonrisa.
Cuando tomaron asiento a la mesa, Zac y Justin se apresuraron a situarse uno a cada lado de Lila. El almuerzo transcurrió en una charla tan amena y risueña como lo era el clima que bordeaba la situación; el cielo exhibiendo su tono celeste, brillante por el sol inusual en esa época y varias nubes blancas adornando el paisaje.
—Lo que sucede es que yo soy la mayor y la única chica, por eso soy la preferida— Explicaba Camille. —Y los tres bobos que tuve como hermanos después no pueden superar eso.
—Mentirosa— Apuntó Zac. —Todavía estoy en mi niñez, eso me hace super tierno y el favorito de papá y mamá— Contrapuso.
—No serás joven por siempre— Apostilló Justin, sonriendo. —Tu ternura se agotará y dejarás de ser el preferido. Créeme, eso me pasó a mí.
—Lila ¿Tú tienes hermanos?— Indagó Camille.
En la periferia de su visión, la chica notó que Justin se erguía en el asiento, tenso. Eso logró ponerla nerviosa, así que intentó emplear un tono evasivo.
—Sólo uno. Es mayor que yo.
—O sea que eres la menor y la chica. Vaya, eso te da más puntos que a mí. ¿Te llevas bien con él? ¿Cómo se llama?
La simpatía de Camille hacía que fuera muy fácil relacionarse con ella, pero en ese momento lograba que la enfermera se sintiera incómoda.
—Sí. Él... uhm... Green — Balbuceó.
—¿Green? ¿Ustedes usan nombres de colores? Eso es tan original... Yo podría hacer eso con mis hijos.
La doctora parecía estar considerando la idea seriamente, por lo que, mientras se perdía en sus ensoñaciones, su padre aprovechó para hablar:
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Clandestinos
Teen Fiction"Acelera el motor y no pises los frenos. Esta será la carrera mas difícil de tu vida". * (Prohibida la copia/adaptación/reproducción total o parcial de la obra. Ley de Propiedad Intelectual 11.723. Patente DNDA)